«CEREBRO 40» El mundo nuevo - Mujer es Más -

«CEREBRO 40» El mundo nuevo

 

En este mundo sin tiempo y sin prisas, mi agenda que solía estar llena de compromisos lleva cerrada un mes, lo poco que tengo que recordar tampoco es tan importante, todo puede esperar, las actividades que hacía de prisa como autómata ahora se han vuelto un ritual.

Desayuno vino tinto y aceitunas, escribo poesía a medio día y luego me dedico a recordarte, te anhelo incesantemente y sin pedirte permiso a mi manera, te hago venir y estás aquí el tiempo que yo quiero, presente en cada poro de mi piel, desde dentro de mi.

Como a las cinco de la tarde desayuno cereal con yogourth y en la madrugada hago ejercicio y platico con los gatos.

Duermo profundamente y sueño con mis muertos justo cuando empieza a amanecer, resuelvo cambiar un foco a media noche, aunque últimamente le he agarrado cierto gusto a caminar en la oscuridad, tal vez no sabía que es mi verdadera luz natural.

Veo mis canas crecer pero en el espejo parezco una niña, la niña de antes que jugaba a morirse y a nacer en otros lugares muy lejanos.

Cuando tenían mi edad mis hijos me llamaban madre, no me gustaba la leche y le cambiaba el nombre a las cosas.

Dicen los mayores que el mundo va a cambiar después de todo esto.

A lo mejor estaba al revés y no nos dábamos cuenta porque caminábamos en contra de las manecillas del reloj, pensábamos que porque había sol teníamos que salir a la calle y que las estrellas eran los focos de la noche, que había que comer porque tenías hambre y bañarte sin saber si te ibas a ensuciar.

Decíamos que los buenos actos se presumen y el odio se castiga pero era al revés, que la tristeza se tapa con máscaras que sin mucho más tristes que unos ojos llenos de lágrimas.

Creíamos que crecer era envejecer y estropeábamos nuestras nueva infancia con inyecciones y maquillaje, y ocultábamos secretos en las cajas de galletas.

Tal vez ahora volvamos a ser los de antes, dejemos los relojes y calculemos el tiempo con las sombras, las estaciones del año ya no se anunciarán en calendarios, porque las reconoceremos en el olor de aire, los amigos no se llamen amigos sino broches o dientes o lazos y el futuro no nos asuste tanto como el pasado.

Las palabras se beban, los colores se unten, los mapas se escuchen y la música se toque.

Dormir sea empezar a vivir y cada quien pueda existir despierto o soñando en el plano que le parezca adecuado.

 

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