El ciudadano presidente Andrés Manuel López Obrador retó a sus opositores a adelantar el proceso de revocación de mandato para 2021 y no hasta un año después de la elección intermedia. Lo anima, entre otras cosas, el activismo de quienes reclaman acciones más contundentes en la crisis sanitaria y económica provocada por el COVID-19.
En el extremo de la oposición, un grupo denominado UNIDOS POR MÉXICO llamaron a una manifestación on line para expresar su desacuerdo con el gobierno de López Obrador. La intención de esta agrupación es remover del cargo el presidente y, si no lo pueden hacer por medio de su renuncia, consensar para ganarle la Cámara de Diputados en 2021 y “participar masivamente y organizado para la Revocación de Mandato”.
Allegados al presidente han identificado a Felipe Calderón, quien ocupó la presidencia de 2006 a 2012, como un de los promotores de esa campaña. Pero, por medio de un comunicado de México Libre, el partido en construcción de Calderón, se deslinda de acciones a las que catalogan fueran de la ley. Sin embargo, un personaje cercanísimo a Calderón, Mariana Gómez del Campo, alienta la revocación de mandato más que los simpatizantes de AMLO.
Ante una crisis como la pandemia que vivimos, y la crisis económica que se viene, México debería estar emprendiendo acciones en unidad con todos los sectores de la sociedad, pero no, los rencores están en carne viva.
Del lado de los simpatizantes de AMLO, corre en las redes #ElPuebloManda. Altivos, soberbios, retan a sus adversarios a ir a la revocación de mandato el mismo día en que se desarrollará la elección intermedia. Lo que no han entendido quienes promueven esa consulta es que el pueblo ya mandó, y en julio de 2018 le dieron a Andrés Manuel López Obrador un mandato: gobernar hasta 2024.
Mientras los extremistas (simpatizantes de AMLO y conservadores) siguen peleando por los espacios de poder, el país requiere de unidad ante la pandemia y la crisis económica mundial que se avecina. Sin unión no habrá una salida pronta que lleve a los mexicanos a recuperar la vida cotidiana que se rompió por causa del COVID-19 y esa será una tragedia.
La Letrina
La lista que Jesús Ramírez le entregó en estos días al presidente López Obrador con los nombres de quienes se oponen a su gobierno es vieja. En la mente del vocero ya había un listado de personajes de los medios de comunicación a los que tenía que hacer a un lado para que nuevas figuras apuntalaran el proyecto de comunicación que él diseño para el gobierno del presidente López Obrador. En una reunión en Bellas Artes, justo la noche en que estalló el ducto de Tlahuelilpan, Ramírez instó a quienes ocuparían las direcciones de los medios públicos a crear una escuela de cuadros para “eliminar” a los periodistas y comunicadores de los “medios tradicionales”.
En una democracia, apoyar un proyecto político desde los medios es válido, pero el derecho a disentir es sagrado.