Temas como el aborto, la violencia de género y el feminicidio han hecho que Andrés Manuel López Obrador muestre el rostro más conservador de su perfil. Lo han detectado sus adversarios y lo están explotando en su contra. Lo han señalado sus aliados que miran con cierta desesperación como sus errores en el manejo de estos temas lo hunden en su propio pantano. Desafortunadamente, el caso de Andrés Manuel no es un caso aislado, pues hay muchos en México (hombres y mujeres) que comparten la ceguera sobre estos temas; no es el único, pero su caso sí es el más visible en nuestro país, porque se trata del presidente de la República. Esa perspectiva tampoco es exclusiva de México. Basta ver el comportamiento de Donald Trump, que fue elegido por muchos hombres y mujeres de Estado Unidos para que se hiciera cargo del destino del país más poderoso del mundo; más poderoso, pero no necesariamente más respetado (“venceréis, pero no convenceréis”, decía Miguel de Unamuno al denunciar las maniobras de gobernantes españoles con prácticas dictatoriales en el primer tercio del siglo XX).
Algo debería quedar muy claro: el problema de la violencia contra las mujeres y los feminicidios es real y no es un asunto de izquierdas o derechas o arcoíris ideológico. El problema es real y hay que reconocer que en vez de disminuir ha ido en aumento; hay que reconocer también que el problema crece porque muchos prefieren no ver, no oír, no hablar sobre el tema. Sin embargo, también es real que hay muchos oportunistas que han tratado de manipular las protestas para llevar agua a sus molinos políticos. Tiene razón Andrés Manuel al decir que en el conflicto de la UNAM hay mano negra, pero los intereses oscuros y encapuchados no son exclusivos de los “conservadores”; hay especialistas en crear climas de ingobernabilidad para sacar ventaja política y su amigo Evo Morales podría dictar cátedra sobre ese tema (si es que la UNAM no estuviera en paro y si es que su otro amigo Trump no le hubiera exigido a Andrés Manuel que renegara del asilo político y el apoyo que le brindó; ¿será por eso que se incendió la UNAM?).
Este viernes 21 de febrero, mientras observaba el gesto cada vez más descompuesto por la ira de un presidente fuera de control, pensé en todo lo que había leído por la mañana. Vinieron a mi mente los señalamientos de Julio Hernández en La Jornada, quien apuntó: temas como la sexualidad y el feminismo han hecho que aflore en López Obrador su talante más conservador, apartándolo de las posiciones de izquierda a las que se acoge en otros asuntos. Andrés Manuel no puede desestimar los señalamientos de Julio poniéndolos en el mismo basurero en el que suele colocar las críticas que publica Reforma, contra quien nuevamente arremetió en la conferencia de este viernes considerándolo uno de los promotores del movimiento Un Día sin Mujeres.
Ahí estaba Andrés Manuel, en la pantalla del televisor, en el escenario de la mañanera, enviando mensajes abiertos y encubiertos. Hablando de que su gobierno es distinto porque por encima de todo pone la libertad; diciendo que no se opone a que las mujeres que están a su lado, que forman parte de su gobierno, participen en las acciones a las que convoca Un Día sin Mujeres, pero advirtiendo de inmediato que deben cuidarse de la manipulación que los conservadores hacen de estas causas, porque los conservadores se disfrazan de feministas para atacar a su gobierno.
No se borra de mi memoria el comentario de Ciro Gómez Leyva en su programa de radio diciendo: Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación, ya fijó su postura y es absolutamente contraria a la del presidente; ¿acaso hay que considerarla como víctima de la manipulación de los conservadores?; ¿acaso Santiago Nieto (titular de la UIT) también oyó el canto de las sirenas conservadoras? ¿Qué tienen que decir Irma Eréndira (secretaria de la Función Pública y esposa de John Ackerman); Graciela Márquez (titular de Economía); Luisa María Alcalde (titular del Trabajo) sobre lo que afirma el presidente? Gómez Leyva dijo que habría que poner especial atención en la reacción de Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno tan cercana al presidente.
Minutos más tarde, Sheinbaum informó que se sumará al paro convocado por mujeres para este 9 de marzo, aunque dijo que estará en su oficina. Además, giró instrucciones para que no se sancione a trabajadoras que participen en el paro. Declaró que, ante los casos de feminicidio, su administración emprenderá acciones para erradicar la violencia, por lo que este viernes se publicó un acuerdo en la Gaceta Oficial de la CDMX.
También minutos más tarde, las redes sociales se llenaron de comentarios que atribuyeron el deslinde de Beatriz Gutiérrez Müller del movimiento Un día sin Mujeres a la postura de su marido el presidente. Por la mañana la mayoría de los diarios llevó como información destacada que la esposa de Andrés Manuel primero hizo público su respaldo al movimiento con una publicación de Instagram, pero poco después, por la misma vía, se deslindó del mismo. Flaco favor le hizo la defensa que intentó Federico Arreola en el portal SDP Noticias al decir que Gutiérrez Müller se había bajado de la causa porque no quiso estar en el mismo barco que Margarita Zavala.
Bien señalaba el diario El País en un editorial institucional que un grave problema para México es que su presidente no entienda los temas sobre violencia de género. Consideraba que le faltaba información pero que el asunto podría remediarse si las mujeres que lo rodean se daban a la tarea de educarlo. Tras lo ocurrido el día de hoy, esa solución se ve cada día más lejana.
*Regina Santiago Núñez es licenciada en Comunicación Social por la UAM-X y maestra en Historia por la Universidad Iberoamericana. Es directora de la consultoría CIAM,S.C. y presidenta del Observatorio y Monitoreo de Medios, OMCIM, S.C. Escribió el libro “Transición 2000: Frágil ¡manéjese con cuidado!” (UIA 2000) y “Gonzalo De Murga y Suinaga: Un Quijote en México” (Porrúa 2005).
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