«POLÍTICA DE LO COTIDIANO» ¿Por qué soy Grinch del Día de Reyes? - Mujer es Más -

«POLÍTICA DE LO COTIDIANO» ¿Por qué soy Grinch del Día de Reyes?

 

Ni siquiera es por un cierto ateísmo práctico. Nací en una cultura católica y sigo algunas de las tradiciones que marca esta religión por su dominancia social; así que me gusta mucho, por ejemplo, hacer una comida navideña para mi familia. Pero tengo problemas con algunos aspectos del Día de Reyes. 

Sé que no es muy popular lo que voy a decir. La mayor parte de las familias que festejan el Día de Reyes para las niñas y niños, siguen la tradición de hacer creer a éstos que, si se portaron bien, la noche del 5 de enero, los Reyes de Oriente, los mismos que visitaron al Niño Jesús, les traerán los juguetes que pidieron en una carta que ellos previamente mandaron. En algunas familias se aplica la misma fórmula para Santa Claus el 24 de diciembre. En otros lugares del país dicen que estos regalos los trae el Niño Dios. Quienes aman esta parte de la tradición dicen que es una ilusión muy bonita para los niños, por la emoción del 6 de enero de ver lo que los Reyes les trajeron. 

Y me consta que sí es una emoción lindísima para muchas niñas y niños. Solo que la idea universal: “regalos para todas las niñas y niños que se hayan portado bien” se vuelve una amarga injusticia y desigualdad para todas las niñas y niños que no reciben nada, para los que reciben muy poco, ya sea de sus padres o de la caridad, o para quienes reciben regalos carísimos que significaron una enorme deuda para sus madres o padres que no quisieron decepcionarlos, aunque no estuviera en sus posibilidades comprarles lo que deseaban.

¿Por qué esos Reyes, tan monarcas y tan magos traen tan disparejo? ¿No se los han preguntado sus hijas e hijos? ¿Qué les contestan? ¿O ahí es donde sale el argumento de que a lo mejor no se portaron bien? No pues ahí ya me parece el colmo de la perversión. ¡¿Porque ahora resulta que los que se portaron mal son los pobres?! No he oído a nadie dar esta explicación perversa, la verdad, pero es lo que se deduce de todo el cuento de los Reyes y su “justicia” de premiar el buen comportamiento.

Hay un par de problemas más. Ningún adulto pasaría la prueba de la relación entre regalos y buen comportamiento; o bienes y buen comportamiento; porque los bienes materiales están igualmente relacionados con nuestro poder adquisitivo y no con nuestra ética. Por más que quisiéramos “moralizar” a los hijos, no nos lo creerían. Lo que pasa es que todos queremos creer que la vida es justa, pero no lo es. Tampoco es que sea injusta. Es que simplemente no hay una relación directa entre el bien y el tener. Y esto es especialmente absurdo en sociedades con profundas desigualdades, como la nuestra.

Y por último está el tema de la fantasía y la verdad. En los testimonios de adultos he oído de todo, si bien la mayoría disfrutó la ilusión de los regalos (no todos, no los que no recibieron lo que esperaban), unos sufrieron mucho cuando supieron la verdad y otros menos. Yo personalmente, pero ya me he reconocido Grinch de este tema, no soportaba estas dos ideas, mentirle a mi hijo sobre la existencia de unos Reyes, y que encima estos fueran tan injustos. Esto no significa que no jugamos siempre en su infancia a que existían unos Reyes y siempre hubo emoción sobre los regalos el 6 de enero, sabiendo que éramos su papá y yo los verdaderos Reyes, esos reales y concretos, los que comprábamos solo lo que podíamos comprar, los que cada niño o niña puedan tener porque son los que les tocaron.

 

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