«CEREBRO 40» Que el Año Nuevo nos pille bailando - Mujer es Más -

«CEREBRO 40» Que el Año Nuevo nos pille bailando

 

Ya en la cuenta regresiva del Año Nuevo, mis conflictos y demonios internos y externos se apoderaron de mí por completo.

Sin duda nada me cuesta más trabajo que hacer el recuento de los daños, reconocer los logros, hacer el fregado balance anual y la lista de propósitos.

¡Es demasiado para una mujer de mi edad!

Hace muchos años que mandé la lista de propósitos por las cocas, con lograr transitar doce meses, que me parece demasiado, debería ser renovable cada cuatro, de manera medianamente equilibrada y lúcida, me doy por bien servida.

Del tema de los deseos, solo tengo dos: Siempre los mismos, salud para todos y que no tiemble.

Ahora que si el América queda campeón, si garantizo el primer trimestre del año de muy buen humor.

Lo malo del Año Viejo, es que se termina y se lleva con él para siempre muchas cosas. Quisiera pedirle que durara un poco más porque hay momentos que no quiero soltar todavía, lo veo como un tornando limpiando mi mundo de todo lo que pasó y tuve, y hay escenas que quisiera esconder en algún cajón secreto para que no me las quite.

El problema es mío por mi incapacidad para soltar y dar la vuelta a la página, todos los años me pasa lo mismo, aunque tengo que reconocer que mi vida ha sido cada vez mejor, sin tener que hacerle caso al calendario.

Con muchos más buenos recuerdos que tristezas, más libre cada vez, más a gusto conmigo misma y con mi familia, mi grupo de amigos, mi trabajo y mis creencias.

Aquí seguimos todos, México no se cayó a pedazos como tanto dijeron, nos peleamos más que nunca, que no es poca cosa, pero por lo menos hay un día al año en el que todos tenemos buenos deseos para los demás y es el día de Año Nuevo.

Menos yo, que jamás sabré llevar a cabo el trámite con el elegancia.

Mucho tengo que decir y a la vez muy poco, que el Año Nuevo nos encuentre de la mano de la gente que amamos, con una sonrisa de agradecimiento y otra de esperanza, que jamás perdamos la capacidad de creer que lo mejor está por venir, que cada uva y cada campanada tengamos la grandeza de pedir deseos a favor del mundo y hacer propósitos que nos conviertan en mejores personas.

Cuidarme a mí misma, primero que nada, cuidar mi cuerpo como cuido mi casa y a mi familia.

No engancharme con cosas que no puedo resolver y seguir siendo una persona positiva, al menos la mayor parte del tiempo, bueno, aunque sea medio día de cada día.

Conservar mis convicciones y aunque muchos me critiquen y piensen que estoy equivocada, preferir siempre un sistema político equitativo e incluyente.

Reír y también llorar de corazón y con todos mis sentidos, ver a mis amigas lo más que se pueda, disfrutar a mis hijos, ser próspera y trabajar cada día como si de eso dependiera que no deje de girar la tierra.

Disfrutar la comida, la buena lectura, la caminata diaria por las calles de mi barrio, la buena conversación, no escatimar en tiempo para los demás pero siempre saber guardar un ratito para mí, para cantar sin pena, bailar, recitar, posar frente al espejo, imaginar historias, entregarme a los recuerdos, estar completamente sola detrás de la puerta.

Les deseo a todas y todos un feliz o al menos un saludable cambio de año, “que el fin del mundo nos pille bailando”, como dice mi consentido Joaquín Sabina, y que cada día valga cada minuto y cada respiro.

 

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