«CUARTO PISO» Vorágine adolescente - Mujer es Más -

«CUARTO PISO» Vorágine adolescente

 

A quién no le ha tocado platicar de manera amena con un adolescente y a los dos minutos verlo contrariado o ajeno a todo y a todos. O quienes tienen ganas de llorar, pero no saben por qué. Incluso, a quienes los invade la ira y el coraje, por la mínima tontería.

Esta vez, tocaré el tema de la etapa de transición entre la niñez y la vida adulta, como parte de los desafíos y retos de la adolescencia que escribí la semana pasada en este mismo espacio.

Primero fue la importancia de conocer el funcionamiento del cerebro del adolescente para poder entenderlos.

Ahora, los cambios físicos y emocionales, referentes de esta etapa, que son una vorágine, forman parte de su desarrollo y maduración. Algo así como una montaña rusa de estados de ánimo. Sí, así se sienten y así lo explican los adolescentes, entre subidas y bajadas, pasan de un momento a otro de la felicidad a la tristeza; de la cordialidad al enojo o de la energía incansable al tedio.

La prioridad son los amigos, los padres pasan a segundo plano. Al tomar una decisión les importa la opinión de los iguales, no la de la mamá ni del papá. Por ello es fundamental conocer a los amigos, saber con quién se juntan y en qué se divierten.

Los adolescentes buscan identidad propia, experimentar lo nuevo. La responsabilidad de los padres, explica la psicóloga educativa, Amaya Prado, es siempre escucharlos, estar receptivos y abiertos, con flexibilidad y naturalidad en todos los temas, pero siempre con reglas y límites y no sobreprotegerlos por el miedo a que les pase algo. El desafío es enorme.

Hay padres que ejercen el premio y el castigo, pero para los adolescentes ya no impacta de la misma manera. La vía idónea es el diálogo para lograr acuerdos. 

Muchas generaciones del siglo XX fueron educados con normas muy estrictas y un escaso diálogo con los padres.

Ahora se necesita más y sobre todo comunicación, porque se corre el riesgo de crear hijos tiranos, consecuencia de una autoridad permisiva, sin mayores controles de padres que piensan que si se les exige a los hijos, sufrirán y se frustrarán.

La propuesta de Amaya Prado, es tener una formación más cercana, ejercer una autoridad con fortaleza en la que pueda haber diálogo sincero, tomar conciencia de la importancia de la convivencia familiar, mostrar congruencia en los valores y educar en la voluntad, autodisciplina y responsabilidad para tener hijos más humanos y padres más sabios.

Incluso nos comparte una lista de 12 puntos de lo que el mundo exige de nuestros hijos y de lo que nuestros hijos realmente necesitan:

  • Exige ser expertos, pero necesitan primero no ser analfabetas de su propio yo.
  • Exige ser líderes, pero necesitan saber obedecer.
  • Exige ser colaboradores, pero antes necesitan no ser déspotas con sus cercanos.
  • Exige ser tecnólogos, pero necesitan comprender, al leer, una simple oración.
  • Exige formarse en la aventura, pero necesitan ser capaces de controlarse a sí mismos.
  • Exige desarrollar su autoestima, pero necesitan construirla a través del esfuerzo y de logros propios.
  • Exige vivir en la globalización, pero necesitan saber quién es su vecino.
  • Exige alcanzar el éxito, pero necesitan no doblegarse ante la más pequeña frustración.
  • Exige luchar por la libertad y la democracia, pero necesitan primero dejar de ser esclavos de sus propios vicios.
  • Exige ser protagonistas, pero necesitan ser actores de su propia vida.
  • Exige ser innovadores, pero necesitan saber cómo resolver un conflicto interpersonal.
  • Exige tener competencias laborales, pero antes necesitan ser competentes para la vida.Nuestra oportunidad para entenderlos es la confianza, escucharlos y dialogar de todo, sin temas prohibidos

 

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