Cada año, entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre se realiza la campaña de los 16 días de activismo contra la violencia de género, dicha actividad se realiza de manera internacional apoyada por la ONU, con la finalidad de poner fin a la violencia que viven las mujeres e inicia con la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En esos 16 días se realizan distintas acciones por gobiernos, asociaciones e instituciones tendentes a erradicar esa violencia y todo lo que la envuelve, como por ejemplo la inacción de ciertos sectores que parecen no despertar y que consideran que en estas dos semanas son suficientes las fotos, los carteles y los moñitos color naranja.
Por supuesto que esos elementos que difunden este activismo en pro de las mujeres y contra la violencia, sirven para visibilizar justamente la realidad de vulneración de derechos y la carencia de seguridad, desde el hogar, escuela, la calle, el trabajo y cualquier espacio público o privado, que día a día padecen las mujeres, en México y en el mundo.
En efecto, la violencia no tiene límites territoriales, tampoco identifica nivel socioeconómico ni académico, la realidad es que se vive, en diferentes dimensiones, no siempre es física, también es invisible, puede ser económica o laboral.
Pero ahora la difusión no resulta suficiente, no llega siquiera a un paliativo. Inclusive, pareciera que hacer visible la violencia enardece a algunos sectores, lo vimos particularmente con el performance de ‘Un violador en el camino’, que sirvió para encender comentarios desafortunados en contra de una forma pacífica de manifestación y protesta.
Ante este no deseable escenario, en el que pareciera que la conciencia de erradicación de la violencia contra las mujeres se encuentra ausente, existe una propuesta que pudiera replicarse como experiencia exitosa, y es que son justamente esas acciones específicas lo que nos debe dejar un activismo como el que se vive cada año.
La iniciativa que nació en 1991 debe ir dando como frutos cosas tangibles para las sociedades del mundo entero, quedarse en lemas y el vestir de color naranja resulta fatuo en tiempos como los actuales, en los que la violencia ha rebasado cualquier límite de forma irracional.
Superar la violencia desde el origen, puede iniciar en el hogar, que debiera ser el lugar seguro para todos, particularmente para las mujeres y niñas. Eso conlleva diversas tareas: educar, deconstruir ideas, reconstrucción de nuevos valores, capacitación, terapia, aprendizaje, respeto y amor.
Para lograr lo anterior, es necesario contar con un lugar especializado que ayude a quien de manera voluntaria o por mandato judicial deba trabajar en la no violencia. En Oaxaca existe un espacio dedicado exclusivamente a sensibilizar a los hombres respecto a la violencia contra las mujeres, en dicho centro, se les reeduca en temas de género y la duración del curso es por un año.
Este centro existe desde 2013 y hasta la fecha se han atendido a poco más de 2 mil hombres. En su mayoría, quienes se han sensibilizado ha sido por canalización de un juez, los menos son quienes acuden de manera voluntaria.
En los trabajos posteriores al activismo sería un gran logro que por lo menos en cada entidad se anunciara la existencia de un centro como el referido en Oaxaca, con ello quizá no se erradicará de forma inmediata la violencia contra las mujeres, pero lo cierto es que una acción como ésta será mucho mejor que actos y moños de color naranja.
Pasar del discurso a la acción, es el inicio del cambio. Hacer visible la necesidad de atención en temas de género, violencia y vulneración de derechos debe ser de manera integral para hombres y mujeres, no es suficiente que solo ellas escuchen, aprendan y sean capacitadas en temas que les atañen. Es vital la presencia de ellos para transitar en este periodo en el que se han intensificado las diversas violencias en perjuicio del género femenino.
Los temas de género y la violencia contra las mujeres no es exclusivo de ellas. Es tarea del Estado y es necesario involucrarlos a ellos, empezando por regresarlos a la escuela.