La rechifla a Ari Borovoy - Mujer es Más -

La rechifla a Ari Borovoy

 

Este jueves asistí por primera vez al 90’s Pop Tour, cuyo elenco estaba cuajado de grupos de mi juventud: Kabah, Magneto, Caló, Fey, Eric Rubín, Sentidos Opuestos y otros más recientes como OV7, Jeans y Mercurio.

Nunca había ido a uno de esos conciertos, porque en su momento realmente no fui fan de ninguno de esos artistas, pero poco a poco, durante los últimos dos años, decenas de amigos de mi rodada, conforme asistían a ese evento, me fueron compartiendo sus experiencias, impregnadas de añoranza, melancolía y gusto, al revivir los años dorados de la primera juventud. Así que al organizarse un grupo de amigos para ir a esta última gira, me apunté.

Todo iba bien hasta que salió Caló. Si bien es cierto que el vocalista Claudio Yarto nunca fue parte estelar de las coreografìas de su grupo, en esta ocasión su lentitud para seguirle el paso a sus longevos compañeros de banda, fue tragicómico. Era como ver al típico tío, siguiéndole el paso a sus sobrinitos en la pista de baile de una fiesta familiar.

El ambiente, para mí, siguió enrareciéndose cuando las meseras de la Arena Ciudad de México, treintañeras, nos hablaron “de usted” a mis amigos y a mí. Cómo no hacerlo si a nuestro alrededor, había decenas, cientos, de padres de familia de mi generación, ¡acompañando a sus hijos adolescentes!

Luego a Claudio se le ocurrió decir, palabras más, palabras menos: “Caló fue el grupo favorito de sus papás y esperamos serlo también de ustedes”. En ese momento yo ya resentía en mi rodilla un agudo dolor después de estar bailoteando durante hora y media de concierto.

Aclaro que no se trata de un achaque de vejez prematura sino que recientemente me accidenté en la ecobici y hasta me van a tener que operar de un menisco. Pero la molestia, el rengueo, y todo lo que iba aconteciendo a mi alrededor, me iba sumiendo cada vez más en mi butaca.

Aunque Fey sigue siendo una artista guapa, sus coreografías ya no son de la intensidad de antaño. Más que seguir el paso de sus bailarines, caminaba a lo largo del escenario conforme cantaba. Al ser una de las presentaciones estelares, quedó claro que era la ñora del elenco. Sí, aquella chavita de los años noventa, hoy es una ñora. Eso nos convierte a todos los de su generación, en unos ñores.

Pero de todos los artistas, el que más estupor me causó fue Alan, del grupo Magneto. En aquellos años noventa, yo tuve una novia que era fan, fan, fan de Magneto y estaba enamorada de Alan. Todo el tiempo era ‘Alan para acá, Alan para allá’ y así.

Este jueves salió al escenario un Alan tan avejentado, que prácticamente pasó inadvertido para las mujeres del público. Fueron otros cantantes masculinos los que se llevaron las ovaciones, chiflidos y suspiros femeninos. Alan no. Su sobrepeso y el aspecto descuidado lo desdibujaron. Parecía un….cuarentón promedio.

Luego vino un extraño fenómeno: cuando Ari Borovoy saludó al público, una gran parte de la gente lo abucheó. Pero cuando cantaba canciones, lo coreaban y aplaudían. Extraña mezcolanza de humores del público. Al Ari empresario lo abominan, al Ari artista lo idolatran

Me gustó el show en su conjunto, aunque llegar a la Arena y salir de ahí, fue todo un espectáculo en sí mismo. Al final reflexioné que cuando yo era niño y mi papá escuchaba discos de Pérez Prado o Agustín Lara, a mi me parecían artistas viejos y anticuados, como del Siglo XIX. Así nos han de ver los Centenial o los Millenial cuando los de la Generación X escuchamos a Timbiriche o Maná: vejestorios del Siglo XX.

Raúl Rodríguez Rodríguez
Escritor y Analista
@rodriguezrraul
insta: raulrodrodmk

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