La fuerte tensión entre la comunidad autónoma de Cataluña y el gobierno español ha tenido múltiples consecuencias. El clima de polarización generado ha producido todo tipo de respuestas. Las provenientes del nacionalismo más férreo, representadas por el partido de ultraderecha Vox, han elevado la popularidad de éste, según lo demuestran los resultados electorales de la semana pasada.
Más allá de las simpatías que, desde la lejanía, uno pueda tener hacia tal o cual bando, lo cierto es que el conato de independencia de Cataluña nos ha dado muchas lecciones, de las cuales me interesa destacar las relacionadas con los derechos lingüísticos. Aunque la independencia no sea una aspiración que compartan por igual todos los catalanes, el movimiento que la demanda ha logrado unidad para atender temas concretos; por ejemplo, para oponer resistencia al uso excesivo de la fuerza al que el Estado español ha recurrido en más de una ocasión para disolver la protesta o, en su momento, frenar el referéndum independentista.
Otro de los grandes logros de este movimiento ha sido conseguir que el juicio que se efectúa actualmente a quienes promovieron este ejercicio democrático admita el uso del catalán además del castellano. Se trata, sin duda, de una victoria simbólica para el movimiento, pero también de un logro de mayor amplitud, pues brinda a todos los catalanes el derecho a enfrentar los procesos de justicia en su propia lengua. Esto parece estar muy lejos de suceder en nuestro país, donde cientos de personas indígenas se encuentran en prisión, acusadas de crímenes que no sabemos si cometieron, porque la defensa les fue negada al impedírseles no sólo hablar en su propio idioma durante la administración de justicia, sino acceder siquiera a un traductor.
Recordemos que, aunque el movimiento independentista catalán se inició en 2012, alcanzó su punto más álgido en 2017, cuando el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, convocó a un referéndum de independencia que fue declarado como ilegal por el Tribunal Constitucional de España. Para impedir la participación en dicho ejercicio, el Estado español hizo uso de la fuerza, reprimiendo y violentando a los votantes en un despliegue de agresiones documentado en imágenes que dieron la vuelta al mundo. En febrero de este año, empezó el llamado “juicio del procés”, donde los acusados de rebelión y sedición tuvieron que confrontarse con la justicia española.
Todos los acusados, salvo unas cuantas excepciones, pidieron de manera expresa al Tribunal Supremo llevar a cabo su defensa en catalán, no en castellano. Acusados de utilizar la “fuerza intimidatoria” para efectuar una rebelión sin armas, los líderes de este movimiento consideraron que cada palabra que utilizaran durante el juicio tendría un peso fundamental, por lo cual era necesario poder expresarse en el idioma de su elección. Lo cierto es que detrás de esto había también una postura política: querían usar el catalán como una forma de reivindicar la soberanía de su pueblo.
Tras esta petición, el debate tomó distintos matices. Había quienes argumentaban que las declaraciones debían hacerse en catalán y traducirse después al castellano. Otros aseveraban que la única forma de lograr un juicio justo era mediante la traducción simultánea, contando, por supuesto, con traductores certificados y validados por la autoridad competente. Los opositores a este derecho (porque nunca faltan quienes estén en desacuerdo con los derechos ajenos) argumentaban que el castellano es la lengua oficial del país y que todos los ciudadanos están obligados a hablarla. No hay que olvidar que éste era el argumento que utilizaba la dictadura franquista cuando encabezó una persecución que casi borró del mapa las lenguas catalana, gallega, euskera, valenciana, etcétera. Finalmente, se permitió a los acusados hablar en catalán, pero sin una traducción simultánea, hecho que, de cualquier modo, implicó una victoria sin precedentes.
Antes de hacer una comparación con cualquier otra parte del mundo, hay que tomar en cuenta dos factores esenciales en este caso. Para la reivindicación de su lengua, el pueblo catalán cuenta con dos elementos con los que no cuentan otros pueblos del mundo cuya lengua es denostada: en primer lugar, un territorio y, después, un poder económico que se traduce en poder político. El pueblo catalán posee un territorio delimitado donde el uso de su lengua es lo más común. Por otro lado, al estar constituida como una comunidad autónoma, Cataluña tiene también un poder económico que la vuelve necesaria para el Estado español. Estos dos factores colocan al pueblo catalán en una situación de ventaja que le permite hacer uso de su soberanía y reivindicar su lengua sin que ello implique recibir recursos del Estado.
Lo lamentable, entonces, es que sean estos factores los que determinen que una persona pueda o no ejercer sus derechos; que, despojada de su territorio y de sus recursos, una comunidad sea también despojada de su lengua, como ocurre en la práctica con los pueblos indígenas de México. La dignidad de un pueblo no debería depender de su poder económico. Sin duda es necesario reflexionar en ello.
Manchamanteles
El pasado 19 de septiembre salió a la luz el más reciente libro del sociólogo y político suizo Razmig Keucheyan: Les besoins artificiels : Comment sortir du consumérisme (Las necesidades artificiales: ¿Cómo salir del consumismo?). Keucheyan, quien considera que en “la era de Amazon” el consumismo ha alcanzado su “fase superior” (stade suprême), demuestra que muchas de las supuestas necesidades que tienen los seres humanos en la actualidad son en realidad imposiciones de las grandes empresas. Lo más grave es que la obsesión por tener el último iPhone o por volar en avión cuando sólo han de recorrerse unos cuantos kilómetros no sólo provoca alienación en los individuos, sino que también perjudica al medio ambiente. Algunas de las influencias teóricas más importantes para Keucheyan son Marx, André Gorz y la recientemente fallecida Ágnes Heller. Ojalá pronto conozcamos una versión española del libro, suerte que ya tuvo otra interesante obra de Keucheyan: Hemisferio izquierda: Un mapa de los nuevos pensamientos críticos (Madrid, Siglo XXI, 2013).
Narciso el Obsceno
Pat MacDonald, psicoterapeuta inglesa quien escribió Narcisismo en el mundo moderno. Advierte que: “las cualidades narcisistas están ciertamente en alza”, expone: “Basta con observar el consumismo rampante, la autopromoción en las redes sociales, la búsqueda de fama a cualquier precio y el uso de la cirugía para frenar el envejecimiento”. Por lo demás que goce usted los “encantos publicitarios” del llamado “buen fin” y si no, le deseo que tenga muchos más de genuina generosidad en todos los aspectos que hacen la vida.