«TENGO ALGO QUE DECIRTE» Día de muertos, relatos - Mujer es Más -

«TENGO ALGO QUE DECIRTE» Día de muertos, relatos

 

La bisabuela en bicicleta

Murió el abuelo. Después del velorio fuimos a enterrarlo al cementerio, dónde él pidió estar. Al salir de ahí, alguien pregunta, ¿dónde está la bisabuela?, refiriéndose a sus restos que sacaron de la tumba para llevarla a Catedral y dejarle espacio al abuelo. Todos se veían con aires de suspicacia buscando alguna señal que dijera que estaba presente. Pero nada. Se le preguntó a uno de los cuidadores del cementerio y nos dijo que había que esperar a quien había exhumado sus restos.

Media hora después, apareció un hombre pequeño en su bicicleta con canastilla, que llegó jadeando con el gran apuro de entregar a la bisabuela. El tema fue que al sacarla y poner sus restos en una bolsa de plástico, el señor se dio cuenta que iba muy tarde por su hijo a la escuela. Así que tomó la bolsita con la bisabuela adentro, la puso en la canastilla y se la llevó de paseo a recoger al hijo y dejarlo es su casa. 

Hasta ahora no conozco a nadie que pueda decir que su bisabuela paseó en bicicleta después de más de 30 años de muerta. 

Sorpresa en correo

Cuentan la historia de que a un familiar le llegó por correo una caja con unos frascos bellísimos con especies nunca vistas desde Italia. No era la primera vez que le enviaban algo así de su país, pues para ella y su familia, cocinar era más que un ritual cotidiano, era un placer. Así que muy gustosamente preparó una pasta para invitar a la familia a una gran cena. Entre los vinos y los platillos, todos lo pasaron muy bien.

Dos meses después le llegó una carta en el correo que decía: “Por indicaciones de tu tía, te enviamos sus cenizas en un paquete hace unos meses para que puedas llevarlas a la Catedral. Muchas gracias por ayudarnos a cumplir sus deseos. DEP”. 

Lo que la familia italiana nunca supo fue que la tía fue la invitada especial a una gran cena que muchos disfrutaron.

El costo de la vida

Hay personas que uno cree que nunca van a morir y cuando lo hacen, deciden sorprender en un momento rápido e inesperado. Así fue hace unos años. El tío, quien había festejado su cumpleaños hacía unos meses, murió y dejó atrás un departamento lleno de papeles que solo él sabía para qué servían. Tuvieron que ir a buscar si entre todas sus pertenencia estaba algún indicio de trámites funerarios (incluyendo esos contratos que ahora venden por teléfono). Pero nada.

En el velatorio, se le solicitó a los visitantes que no se permitiera de ninguna manera que abrieran el féretro para ver al tío; estaba prohibido porque así lo había pedido él.

Entre todo el papeleo que hay que hacer, cuando llegaron al velatorio les entregaron un listado enorme de todo tipo de cajas funerarias; de madera, acero, combinadas, decoradas con mármol, con oro, etc. y sus precios. A eso se le suma la estancia, maquillaje e incineración  del cuerpo y la cajita pequeña para las cenizas (de las cuales hay otro catálogo). También les dijeron que lo sacarían a la sala de velación por unas dos horas porque se lo llevarían a cremar pronto.

Mucha gente iba y venía hablándole, llorándole con esa tristeza absoluta que acalambra el alma.

Días más tarde, el secreto salió a la luz; se negoció con el gerente de la funeraria que les prestaran una caja vacía para el velorio y que mantuvieran al tío congelado el poco tiempo previo a su cremación. Así que, todo aquel que estuvo presente en esas horas, aún no saben que adentro del ataúd solo había una foto del tío sonriente con una nota que decía “saludos”. 

Que tengan todos un feliz Día de Muertos.

 

Related posts

De Juan José de Eguiara y Eguren a Robert Darnton

Restituyen a México 220 piezas arqueológicas

En el mundo hay más de 800 millones de personas que viven con diabetes