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CIUDAD DE MÉXICO. Entre música, colorido, carros alegóricos, catrinas y mariachis se lleva a cabo el Desfile Internacional del Día de Muertos, que partió de la plancha del Zócalo hacia la Estela de Luz, que ni la lluvia apagó en su alegría y tradición mexicana.
Miles de capitalinos e incluso extranjeros atiborrados presenciaron, atrás de vallas, el desfile de catrinas, calaveras, mujeres y hombres con trajes típicos de diferentes entidades del país con el rostro pintado y bailando al son de cumbias, mariachi y banda entre otras recorriendo nueve kilómetros por 5 de Mayo, Avenida Juárez, Paseo de la Reforma y hasta llegar a Polanco.
Familias enteras con el rostro pintado de calavera, gritaron y ovacionaron cada carro alegórico de personajes emblemáticos de la cultura mexicana como la monumental Frida Kahlo.
El Gobierno de la Ciudad de México, organizador del desfile Internacional del Día de Muertos, mostró el esplendor que se vive en el país durante esta festividad reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Así entre colores, música, canciones y flores se celebra una gran tradición del pueblo de México entre la algarabía de los niños y la mirada complaciente de sus padres, la expectativa de extranjeros que admirados no dejaban de plasmar el momento en sus móviles o cámaras fotográficas.
Incluso, el Metro para llegar al Zócalo donde inició el desfile minutos antes de las 14:00 horas se vio rebasado. Como en las horas pico, hubo empujones, codazos e insultos para poder ingresar y salir de los vagones, en donde el calor infame se mezcla con olores.
A la gente no le importó esa situación, pues era una tarde de fiesta y para apreciar las tradiciones mexicanas.
“Vengo con mis hijos, pues es muy bonita la tradición mexicana. No nos importa venir en Metro, que estaba repleto, parecía lunes por la mañana”, declaró Bertha, asistente al Zócalo.
El Fondo Mixto de Promoción Turística de la Ciudad de México informó que más de mil voluntarios dieron vida a los personajes que desfilaron junto a tres carros alegóricos, 24 ‘empujables’ y más de 10 marionetas gigantes.
Indicó que todos ellos estuvieron bajo la narrativa “Un Regalo de Cantos y Flores de México para el Mundo”. Por eso a su paso la música fue el fondo de sus piruetas y su marcha.