El psicólogo suizo Carl Jung, planteó una teoría que establece que la humanidad está conectada a través de un área psíquica conocida como inconsciente colectivo y él se contienen, entre otros aspectos, dos elementos: lo femenino y lo masculino, ambos principios ontológicos e inmanentes, y entendidos como inherentemente sagrados.
Bajo ese precepto, Jung conectó la esencia femenina con el poderío de Eros, quien en la mitología griega es la deidad primordial del amor y de la fertilidad, y lo masculino con la virtud de Logos, que de acuerdo a la filosofía occidental representa el principio de orden y conocimiento.
En esa lógica es que ambos aspectos se relacionan con los roles sociales y reproductivos que tanto hombres como mujeres desempeñan automáticamente desde tiempos inmemoriales, o por lo menos a partir del predominio de la cultura del occidente europeo que aún nos rige.
En el terreno de la divinidad, para comenzar hay que evocar a la diosa más antigua, a una que existió antes que todos los dioses, de nombre, Gaia o Gea, la Tierra, quien es la divinidad primordial emanada del Caos que dio origen al universo, en la mitología griega existe Gaia como la gran madre, la madre del principio, la madre de la infancia del mundo terrenal. Asimismo, representa la madre que está allí desde antes del inicio de los tiempos aunque no fuera la más importante en la mitología griega.
Es hasta el año 2 mil antes de Cristo, que desaparece el culto de la gran diosa madre paleolítica, relacionada con la fertilidad y conocida como Venus prehistórica, y es suplantada por la religión de la divinidad masculina, esto significa un cambio en la historia del pensamiento, ya que de una visión del mundo donde la vida era sagrada y los principios femenino y masculino estaban equilibrados, se pasó a otro plano donde el creador y su creación existen disociados, y no existe lugar para una feminidad sagrada.
En el mundo existieron muchas divinidades femeninas antes de las diosas griegas más populares entre nosotros, algunas de ellas ejercían patronatos tutelares en las artes materiales y en las magias ocultas, potestades imitadas por el cristianismo para otorgárselas a nuevos santos y vírgenes protectoras, y aunque la presencia de la mujer como creadora de arte ha sido relegada por un mundo dominado por los hombres, existen esas piedras angulares que marcaron el rumbo de la humanidad con sus dotes de sabias y a veces de brujas.
Es por ello que el objetivo de esta columna, es divulgar el andar y los destinos creativos de esas mujeres sabias y artistas a veces olvidadas que dieron, y otorgan al arte la memoria del mundo y su orden, y configuran la totalidad de ese inconsciente colectivo junguiano, eterno e ideal. Asimismo, es menester de este espacio, traer de regreso a la actualidad y de manera general, el legado de algunas de esas mujeres artistas poco conocidas en nuestros días, cuyas vidas y obras se fueron difuminando debido poderío del statu quo u orden de las cosas predominante en nuestros días.