Ya estamos acostumbrados: prácticamente cada semana hay una nueva noticia sobre el mal uso que las redes sociales dan a los datos de sus usuarios. Esta semana le tocó a Twitter, empresa que “por error” utilizó para fines publicitarios la información que los tuiteros le habían dado por seguridad. Pero tal parece que mientras mayor es el golpe menor es la sorpresa. Ya a nadie asombra que los gigantes tecnológicos pisoteen los derechos de los usuarios. Quienes se tenían que espantar ya se espantaron y no lograron mucho, así que ahora los dueños de las redes actúan con cinismo.
Estas empresas se parecen mucho a los peores gobiernos latinoamericanos: prometen ser la cumbre de la democracia, siempre dicen estar a punto de solucionar los más graves problemas del pasado y la realidad es que no hacen más que dar circo a sus usuarios. Prometen todo, pero siguen violando la privacidad de la gente y cometiendo los mismos “errores”. A fin de cuentas, sólo necesitan salir, pedir perdón, montar un nuevo espectáculo de circo y seguir como si nada. Y, mientras el circo dura, ellos siguen haciendo negocios a expensas de millones de personas que no obtienen nada más que atropellos y promesas de soluciones. Se los digo: son igualitos a un típico gobierno de la región.
Hace unos días, la red social presidida por Jack Dorsey reveló que había utilizado con objetivos publicitarios, de forma “no intencional”, los números telefónicos que los usuarios dieron para su seguridad (y no para fines de lucro). Para explicar la situación, la red del pajarito sacó un comunicado: “¡Ups, utilizamos «por accidente» toda su información para hacer unos cuantos millones de dólares! Pero no se preocupen: no lo volveremos a hacer…, por lo menos no esta semana”. Y así, sin más, la red siguió con sus operaciones. Pues ¡cómo no! Si no existe institución alguna en el mundo con la capacidad de frenar estas prácticas depredadoras y de proteger a los internautas.
Mientras tanto, el changarro sigue viento en popa. Después de estos pequeños desperfectos, que no son más que derechos de usuarios que a nadie importan, Twitter se prepara para uno de sus nuevos negocios. El gigante tecnológico lanzará Twitter Next, una novedosa estrategia que tendrá como objetivo ayudar a “maximizar” las campañas que las compañías hacen a través de la red social. ¿Incluirá esta plataforma acceso a los datos personales de la gente? Ojalá que sí y que Twitter no se pierda esta oportunidad de negocio (que parece funcionarle de maravilla). Como los gobiernos estrella de la región, Twitter pide perdón sin perder mucho tiempo en ello y sigue haciendo negocios con los que sí son ciudadanos, con las personas que sí cuentan, porque son las que sí tienen billete (el billete de veras, no el billete que cree tener la clase media que gana tres pesos más que los pobres). Y ¿qué nos falta? ¡Pues el circo!
Todo lo arriba escrito no es más que la diatriba de un ser amargado, puesto que noticias agradables, ligeras y maravillosas no faltan en la red social. Twitter llega a divertirnos al más puro estilo de la fábrica de sueños con su nuevo programa de concursos titulado #QuéRisaTuTweet. Como si se tratara del noticiero de Lolita Ayala, la red social quiere mostrarnos su lado “más amable”, premiando los tuits más graciosos de sus usuarios. La campaña premiará las publicaciones humorísticas más populares de los tuiteros, aunque, lamentablemente, de momento esto sólo sucederá en Chile. Ojalá pronto traigan la iniciativa a México, donde los usuarios también estamos deseosos de circo: uno no puede vivir sólo de aspiraciones democráticas.
Mientras tanto, en Colombia, el director de Twitter Next para Hispanoamérica asegura que “la audiencia de Twitter es realmente el superpoder”. Pues claro: es en ella donde se encuentra todo el capital de la red social. Es gracias al trabajo gratuito que los usuarios hacen a favor de la red que ésta se ha convertido en un negocio multimillonario. Tenemos un superpoder: es el mismo que las clases trabajadoras tienen en su fuerza de trabajo. Lamentablemente, no tenemos el control de éste, el cual recae en los dueños de los medios de producción. Somos el motor, pero la riqueza sigue estando reservada para Silicon Valley. Para ellos, los miles de millones; para nosotros, circo (y ni tantito pan).
Manchamanteles
Este año, el Premio Nobel de Literatura se otorga por partida doble, debido a que en 2018 no pudo entregarse por un escándalo de acoso. Los ganadores son Olga Tokarczuk y Peter Handke, escritores de Polonia y Austria, respectivamente. Tokarczuk fue premiada “por una imaginación narrativa que, con pasión enciclopédica, representa el cruce de fronteras como una forma de vida”, en tanto que Handke fue galardonado “por un trabajo influyente que con ingenio lingüístico ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana”. ¡Qué bueno que el Nobel de Literatura esté de vuelta! Pero ojalá en los próximos años el comité voltee hacia los países no europeos, lo que pasa muy raras veces.
Narciso el Obsceno
Lo llamaban el Club del Centro de la Periferia. Allí se reunían todos los que se creían iguales (o mejores). Cuentan que uno era poeta, otro era atleta, a alguno le gustaba incursionar en la medicina y a otros jugar con plastilina. Lo cierto es que el ego los hermanaba. Un día, el que era poeta salió y vio la realidad. Se asustó tanto que no la soportó. Volvió a casa y gritó: “¡Yo siempre seré solamente un simple poeta!”. Es decir que la realidad —lo vital, la existencia— no soporta el narcisismo del Club del Centro de la Periferia. ¿Habrá acaso algún momento en que podamos rebasar el centro y en que la periferia nos permita ver la vulgaridad, esa ominosa realidad que somos los seres humanos? Lo dijo ya el filósofo: “humanos, demasiado humanos”.