Parecía que yo era la única persona en el mundo que no había visto la película The Joker, recién se estrenó el fin de semana y todo el mundo habla sobre ella, las redes sociales están inundadas de opiniones y frases al respecto.
Me sentía culpable y molesta conmigo misma, no solo porque me gusta estar al día en cuanto a temas cinematográficos, sino porque siempre he tenido una relación especial con el Guasón, junto con Batman mis personajes ficticios y no ficticios favoritos. Por supuesto he visto todas las películas, series y leído todas las historias relacionadas con este personaje, mi expectativa para hoy ya era insoportable, esperar a las 21:30 para que el estudiante de la Prepa 6 me pudiera acompañar con un gusto inmenso a verla, para él en segunda ocasión me tenía con todas las emociones a flor de piel, varias veces lo regañé por contarme parte de la película en su entusiasmo por asegurarme que me iba a encantar.
Cómodos sillones reclinables, una copa de vino y toda mi atención la tuvo la pantalla durante las siguientes dos horas.
A muchos no les importará mi opinión, muchos pensarán que no sé nada de cine y no supe apreciar, yo respeto como siempre el punto de vista de los demás y pienso que el cine, como las demás artes, se califica solamente por la emoción que causa al espectador, no importa la técnica ni la complejidad de la obra, si te emociona, te enoja, te conmueve, es arte.
Que una historia toca a cada quien de manera distinta, es un tema incuestionable y desde el punto que cada quien la aprecia consiste la intensidad o el impacto de ésta sobre su interacción con la historia.
La actuación de Joaquin Phoenix es sin duda, para mí, lo más importante de la película, un monstruo frente a las cámaras que logra emocionar y cautivar al público, que conquista mil facetas distintas del personaje, que conecta con el espectador desde lo más profundo de la emoción, sin duda merecedora a todos los premios y reconocimientos existentes en el tema.
Del resto, no sé qué decir, como ensayo o tratado sobre la locura, me pareció corta, poco sustentada y predecible, como película de superhéroes y villanos, la sentí insulsa y desabrida.
La dirección es buena, nada que no haya visto antes como para sorprenderme demasiado, la fotografía, el manejo del color y los encuadres, buenos también, lo menos aceptable para una producción con ese costo.
Insisto, la película entera es el personaje y más que el personaje es Joaquin Phoenix, que sin dejar de ser él, logra fabricar un personaje interesante, muy lejos de otros Jokers, mucho mejor logrados como el de Heath Ledger en El Caballero de la noche, pero bueno, finalmente su versión del personaje, en una extraordinaria actuación tiene el doble mérito de nunca dejarnos olvidar que es él y que ahora si se merece el codiciado Oscar por la mejor actuación.
No sé más de cine que cualquier aficionado que paga un boleto en la taquilla, aunque eso si, he pagado muchísimos, ni sé más de la locura que alguien que a quien le apasiona el tema y tuvo la fortuna de tratar muy de cerca y por muchos años con un experto en la materia.
El resto es historia, clichés al por mayor, alguna que otra incongruencia en la trama, una buena secuencia en el hilo conductor que nos llevaría más tarde a la conexión con Batman y los personajes de la noche de Ciudad Gótica, me gusta mucho, incluso el concepto de la risa compulsiva que disfraza el llanto y la desesperación, un logro más al destacado trabajo de la construcción del personaje.
Una ciudad caótica, desquiciada, llena de entes anónimos que rayan en la demencia provocada por la injusticia y la desigualdad, que logra perfectamente el propósito de que todos nos identifiquemos con los personajes o las situaciones, que sintamos cercana la historia y que creamos que pudiéramos incluso ser parte de la trama.
Para mí, perdón, una película sobrevalorada en todos los sentidos.
Vale la pena verla, claro que si.
¿Hay mejores opciones en cartelera?
Muchas.
Me quedo con la espectacular actuación, mas no interpretación de Joaquin Phoenix, un Joker diferente, vulnerable y humano.
Y con la desazón de lo poco que nos puede ya impresionar la violencia y la devastación de la sociedad.
Ahora resulta que la loca soy yo.