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«RIZANDO EL RIZO» Los divorcios de Trump

 

A José Ignacio Báez Ríos, cuya vitalidad y optimismo me inspiran siempre.

La presencia de Donald Trump en la Casa Blanca ha estado plagada de turbulencias. El torbellino republicano ha afectado la relación de los Estados Unidos con otras naciones y ha sacudido también al equipo que intenta evitar que la barca se hunda. Bob Woodward mismo, el periodista reconocido con el premio Pulitzer por su investigación del Watergate, ha documentado en su libro Miedo: Trump en la Casa Blanca que los colaboradores del magnate luchan a cada momento contra sus acciones impulsivas, que no tienen sustento en la razón. La actitud caprichosa de Trump sigue causando que sus aliados de confianza se alejen. Ahora fue el turno de John Bolton, y la lista es cada vez más larga.

Este 10 de septiembre, el habitante estrella de la Casa Blanca anunció el despido de John Bolton, nada más y nada menos que su asesor en materia de seguridad nacional. ¿El motivo? Bolton “se pasaba de la raya” en temas como el de Venezuela, situación por la que sugería una intervención militar que al presidente no le parecía adecuada. Ahora que han cesado su relación, Trump se descosió hablando pestes de su antes asesor. Lo cierto es que no podemos saber si siempre estuvo en desacuerdo con él o si simplemente ha decidido dar un golpe de timón a su política frente a los enemigos extranjeros, poniendo toda la carne en el asador para las próximas elecciones.

Dice Trump que muchos de los retrocesos que pudo haber en las negociaciones con Kim Jong-un se debieron a las acciones de Bolton, quien supuestamente era mucho más agresivo que el magnate en sus posturas frente al exterior. Ahora que se ha ido, Trump aprovecha para criticar el papel de Bolton en la guerra contra Irak. Más que una ruptura interna, esta separación puede significar un cambio (o por lo menos la intención de un cambio) en la ruta de la presidencia de Trump en materia internacional.

Inmediatamente antes de Bolton, fue la asistente personal de Donald Trump quien se separó de él. Madeleine Westerhout había sido una de las integrantes más fieles en el equipo del republicano, aunque no tenía ningún tipo de visibilidad pública. Su papel era el de la “guardiana de la puerta” de Trump, posición que, aunque no esté bajo los reflectores, es de enorme importancia en lo práctico del día a día. Según The New York Times, Westerhout habría hablado con la prensa de la familia del presidente, un límite que debía ser inquebrantable. De haberse tratado de una filtración importante, la salida habría sido lógica. Sin embargo, si es que se trató de un error trivial, esta separación sólo vendría a reforzar la imagen iracunda y caprichosa que se tiene del magnate. 

Algunos medios internacionales califican la salida de Bolton como una de las más importantes en la administración de Trump. Entre los grandes divorcios del presidente, uno de los primeros y más notorios fue el de Steve Bannon, antes director del medio ultraderechista Breitbart News. Bannon había sido asesor del magnate incluso antes de llegar al Despacho Oval. No obstante, una diferencia de opiniones con el entonces jefe de gabinete John Kelly habría causado su salida.

Como haya sido, Kelly también terminó saliendo. Según se cuenta, él fue uno de los personajes que intentó poner algo de orden en la administración. Lo logró por un tiempo, pero una cosa es poner orden en el gabinete y otra muy distinta ponerlo en la cabeza del presidente —tarea titánica, según parece.

No todas las salidas fueron provocadas por desencuentros. La de Alex Acosta, por ejemplo, fue necesaria, ya que el ex secretario de trabajo del gobierno estadounidense estuvo presuntamente involucrado en el escándalo de Jeffrey Epstein, a quien se le acusa de tráfico sexual. Lo cierto es que con Epstein estuvieron involucrados tanto republicanos como demócratas, lo cual no revela equivocaciones de uno u otro partido, sino un deterioro del sistema en su totalidad.

En cualesquier término, este capítulo se acerca a su fin, ya sea para entregarnos una segunda parte o para dar pie a una nueva fase. Ojalá que suceda lo segundo.

Manchamanteles

Mientras tanto, en los cuarteles del Partido Demócrata, ya se prepara un revés contra Donald Trump para este 2020. Como ya se ha anunciado a los cuatro vientos, el precandidato mejor posicionado es, de momento, el ex vicepresidente de la era Obama: Joe Biden. Pero la carrera no ha terminado, y las fichas todavía pueden cambiar de lugar en los próximos meses. La próxima semana, los demócratas celebrarán un nuevo debate. Esta vez no se tratará de un ejercicio tan amplio, pues sólo los diez mejor posicionados fueron invitados a participar. Biden se enfrentará con sus rivales más sobresalientes: los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren. La verdadera carrera para hacer frente a Trump está por comenzar.

Narciso el Obsceno

Una vez más otorgamos esta sección a una invitada de honor, alguien que, a lo largo de su intensa trayectoria intelectual, ha conocido muy bien los misterios de Narciso: Julia Kristeva. “Gracias a las elaboraciones cristianas, Narciso ha podido rehacerse, darse una dignidad musical y pictórica y conmover a generaciones con su metamorfosis. En Querubín, por ejemplo. Aquel cuyo corazón «suspira», en Mozart, de día, de noche, sin saber si es por amor. Hoy Narciso es un exiliado, privado de su espacio psíquico, un extraterrestre de aspecto prehistórico falto de amor. Niño confuso, desollado, un tanto repugnante, sin cuerpo ni imagen precisos, que, habiendo perdido su propio, extranjero en un universo de deseo y de poder, sólo aspira a reinventar el amor. Los E.T. son cada vez más numerosos. Todos somos E.T.”. Julia Kristeva, Historias de amor.

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