«ABREVADERO DE LETRAS» El listón verde - Mujer es Más -

«ABREVADERO DE LETRAS» El listón verde

 

  • Estampa de una indiferencia

Lunes ya tarde y de oscilar del viento omnipresente. Tu ausencia se acrecienta más que el silencio que lo cubre todo, pero que no tapa nada del vacío que hay en mi pecho. La música te trae y yo la utilizo para invocarte como se invoca a los espíritus.

 Enciendo velas en tu nombre para que me acerquen la luz que iluminen mi cuerpo, sin importar que lastimen mis ojos. La necesidad apremiante de saber de ti ya me resulta intolerable. Te ofrezco hasta lo que no tengo sólo para que aparezcas y me des una señal de tu presencia. Es que estos días parecen todos iguales y pasan muy lentamente.

 Es que la rutina es un cáncer que oxida mis células en forma incesante, tenaz. Es que ya no hay espacio en mi torso que soporte tu rastro, porque estás en cada parte de mí y, al mismo tiempo, me excedes. Es que te necesito tanto que me dueles. Me sumergiría y bucearía en los músculos de mi talle para detener este constante tic-tac que marca las horas de soledad que transcurren sin que te materialices.

 Incendiaría cada parte de mí para hacer que una lámpara maravillosa me concediera tan sólo un deseo con alguno de tus recuerdos. El listón verde en tu tobillo, ¡Que maravilla! No quiero descansar desde los días truncados, quiero que me mires con tus ojos de lucero. Y los echo de menos, aunque me gane el tedio.

Cierro mis ojos para dejar de verte en todas partes. Los aplasto con mis manos para vaciar las lágrimas y la savia con que bañaste mi pecho. Me arranco cada uno de mis cabellos que, al no sentir tu respiración, advierten tu indiferencia y vuelan por el infinito con rumbo desconocido.

 La resignación, esta mala compañera que comienzo a odiar, sólo me deja soñarte, pensarte, recordarte, imaginarte, fantasearte, implorarte, hasta el frenesí. Es que apenas eso puedo hacer: extrañarte. Te doy mi sangre que se derrite con tu ausencia. Te doy mi piel que languidece, y que se agrieta sin las caricias inventadas que me han dado tus retratos. 

Te doy mi corazón marchito para que no quede más cuerpo que dé espacio al dolor de no tenerte y de necesitarte tanto como a la muerte. Te doy todo de mí para que te hagas presente y mi desees como yo a ti; para que tus ojos se hagan presentes en mi materia doliente que se derrite como velas encendidas en la oscuridad de tu alejamiento. Te doy un nuevo listón verde.

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