Pasada la tormenta de la calificación de las elecciones, por más cerrada que haya sido la contienda, hay una fecha cierta: la toma de protesta.
Ese ejercicio permite que quien ganó la mayoría en las urnas, refrende su compromiso con aquellos que depositaron su voto por esa opción, pero lo más importante es la promesa a quienes no decidieron por la persona que ahora va a gobernar.
Esa promesa de guardar y hacer guardar la Constitución Federal, la local y las leyes que de ellas emanen, no es cualquier cosa, es el compromiso de que se va a gobernar bien y en apego a la ley, que se hará lo mejor por ese encargo de representación popular por el que luchó meses antes.
Justo una ceremonia protocolaria con la promesa de gobernar bien sucedió apenas en el Estado de Puebla, en menos de un año tres distintas personas han jurado lo mismo, dos de ellas después de una elección y una por decisión del legislativo, ante la ausencia definitiva –y muy lamentable- de la gobernadora que había sido electa.
En este acto recién acontecido, la ceremonia inició con la promesa de gobernar para todas las personas, reconociendo un Estado endeudado, buscando equidad e igualdad, comprometiéndose con los pobres, poniéndolos primero, ofreciendo construir un gran futuro para Puebla.
El tiempo se encargará de mostrar si la promesa constitucional fue cumplida. El compromiso está ahí, sellado con la palabra y el nombre, que es lo mas importante que tenemos las personas.
Aún no sabemos si las políticas públicas que se implementarán serán buenas, si la entidad resolverá sus problemas económicos, pero lo cierto es que hay una persona frente al Ejecutivo, que en lo particular debe ofrecer a quienes gobierna la seguridad de ejercer el cargo de manera responsable.
Al exterior, se espera que, quien está asumiendo el gobierno estatal cumpla sus promesas de campaña y vaya más allá en los próximos cinco años y cinco meses de gobierno, generando las mejores condiciones para todas las personas, en particular para aquellos en circunstancia de discapacidad, ello en razón de que, quien gobernará lo hace en esa condición.
Ojalá se generen políticas públicas incluyentes e integrales para personas con alguna discapacidad, no solo para ser parte del gabinete legal y ampliado, sino para que ese gobierno sea precursor en que cada dependencia tenga la capacidad de atender a cualquier persona que acuda y presente condición de discapacidad.
Un gobierno que vaya más allá de tener un interprete de legua de señas mexicana en cada evento o al transmitir algún mensaje televisivo. Que vaya más allá de hacer un tiraje y publicaciones en sistema braille. No solo señalizar espacios para estacionarse pintándolos de azul.
La discapacidad en México y obviamente en todas las entidades debe dar el siguiente paso, ya sabemos que está ahí, lo que no tenemos es la capacidad de generar las mejores condiciones para que todas las personas estemos en aptitud de vivir y convivir tengamos o no una condición que comprometa alguna de nuestras habilidades.
El siguiente paso es generar la naturalidad de que cualquier persona con o sin discapacidad acceda a todos los servicios, pueda desempeñar un trabajo, es decir se integre y se incluya en la sociedad sin que sea necesario aplicar protocolos, diseñar espacios específicos, esto es, que todo eso ya debe de estar ahí, llegue o no una persona que los necesite.
Es la oportunidad ideal de que por ejemplo Puebla ponga la muestra, ojalá este nuevo gobierno se las ingenie de tal forma que las demás entidades intenten replicar el modelo de inclusión integral de las personas con discapacidad, que son gobernadas por otra persona con esa condición.