«SEXTO SENTIDO» El secreto de vivir 119 años - Mujer es Más -

«SEXTO SENTIDO» El secreto de vivir 119 años

Foto. Adriana Luna

 

“La flaca aquí me deja, me tiene aquí para ver todo lo que está pasando”, así explica María Félix Nava, la mujer más longeva de Jalisco, que “la huesuda”, “la calaca”, “la flaca”, solo pasa por un lado, por el otro, por enfrente y nada más no la voltea a ver. Esa mujer de gran sabiduría, con peinado de trenza, su cabello blanco, ojos profundos y arrugas en el rostro, argumenta que seguramente la muerte no la quiere porque debe ser muy mala, y le ha dado últimamente por llevarse a la gente buena.

Mariquita, como su familia, amigos y vecinos le dicen de cariño, nació el 20 de julio de 1900, ha sobrevivido a distintos conflictos armados en el país. Quedó huérfana a los siete años cuando unos sujetos le dispararon a sus padres en los límites de Zacatecas y Jalisco.

Ella recuerda que nunca fue a la escuela y que cuando le daba hambre, subía al cerro a cortar verdolagas, nopales, biznagas, quelite y pingüica. Solía trabajar en el campo para ganarse la comida del día. Una vez que sacaba agua de la noria, se encontró a un joven; posteriormente se casó con él. En la casa de sus suegros ella fue recibida como una hija. Fueron años maravillosos, al recordarlos le brillan los ojos. Después de uno en uno, todos fueron muriendo, incluso algunos hijos y nietos.

Así vio pasar la Cristiada, la Revolución, pero ninguno de esos tiempos turbulentos le da tanto desasosiego como la violencia generada por el crimen organizado. A los niños y jovencitos que se acercan a comprarle dulces, les recomienda cuidarse de las malas amistades. Mariquita reconoce que hay mucho peligro en las calles y que con las historias que hoy ve, siente que le apuñalan el corazón a cada rato.

Sin embargo, Mariquita sigue en pie, acaba de cumplir 119 años. Se está recuperando de una caída, se quebró las costillas y pensaba que ya no la contaba, pero está confiada en que se recuperará y celebrará sus 120 años. Ningún dolor le quita a Mariquita las ganas de vivir y de cantar. Se la pasa gran parte del día sentada en una sillita a la puerta de su casa, al lado de una mesita de dulces que vende a los que pasan por ahí; niños y grandes le gritan: “adiós madrecita”. ¡Adiós hijo!, responde ella, lanzando besos y bendiciones por doquier.

Irónicamente no es la violencia o las enfermedades su preocupación principal, como buena madre, le preocupa que al morir sus hijos se queden en la calle. Y es que ha sufrido amenazas de desalojo, tras una emergencia económica que les llevó a hipotecar la casa ubicada en el municipio de San Pedro Tlaquepaque y después la sorprendieron con que se había firmado un papel de compra venta; se hicieron pagos a la deuda pero nunca le dieron comprobantes. Esa preocupación la está matando lentamente. Al tocar el tema, le brotan las lágrimas.

Mariquita es la personificación de la sencillez, no envidia nada ni a nadie, está agradecida con la vida, asegura que hasta que se la lleve la muerte, ella estará repartiendo bendiciones a todo el que se acerque.

Aunque ya entrados en confianza, revela su receta para la longevidad: ser feliz, ser agradecido y cuidarse de no tener amistades que anden por el mal camino, y además, siempre tomarse una cervecita al día… “solo una, porque para vivir no necesitas más”.

 

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