La Marcha del Orgullo Gay - Mujer es Más -

La Marcha del Orgullo Gay

 

Estaba yo de visita en Argentina hace unos años, cuando tuvo lugar una manifestación gay. Me dejó perplejo un argumento de los manifestantes, a mi juicio, irrebatible: “Si Dios es todo, entonces también es gay”.

El meollo de las preferencias sexuales no es lo que cada quien haga de su ombligo para abajo, sino el derecho a la diversidad. Así como nadie puede opinar sobre el gusto de los y las heterosexuales por cierto tipo de pareja, tampoco a nadie asiste el derecho a criticar si alguien prefiere andar con güera o güero.

Aunque todo mundo lo niega, tener dinero sí hace una diferencia en la mayor parte de los ámbitos de la vida, incluido este del sexo. Así por ejemplo, las mujeres logran la independencia de sus hombres, cuando son autosuficientes económicamente, no antes. Y la comunidad gay comenzó a ser respetada, hasta que el mercado se dio cuenta del poder adquisitivo que ésta tiene. 

El “gay power” es vasto: lo mismo en los espectáculos que en la cultura y -aunque en forma más disimulada- también en la política y hasta en las iglesias. Una victoria cultural, sin duda, es el matrimonio igualitario. Era una figura legal propia de países lejanísimos y avanzadísimos, de vanguardia, como Suecia o Finlandia. Hoy es una realidad en todos los continentes y, en el caso de México, diecinueve entidades ya lo reconocen.

Me temo que no es suficiente. Todavía los estereotipos culturales tienen graves connotaciones negativas en torno a la comunidad gay. Basta recordar todos los adjetivos, apelativos y calificativos que desde el machismo mexicano se vierten: puto, maricón, joto, raro, afeminado, obvia, torcido, mayate. Prácticamente todos los sinónimos conllevan ofensa, agravio, descalificación.

Ayer participé por primera vez en mi vida en la marcha conmemorativa del Orgullo Gay, y los amigos que me invitaron -asiduos a ésta año con año- me comentaron que nunca había sido tan multitudinaria como en 2019. Cifras oficiales calcularon 170 mil personas, aunque otras estimaciones hablaban de 250 mil asistentes. Todo un grupo de presión al que mal harían las autoridades y los partidos de todos los signos, en seguir desestimando.

Había familias, turistas, activistas, políticos, periodistas, todo tipo de vendedores ambulantes y decenas de miles de orgullosos integrantes de la comunidad LGBT, sentenciando festivamente consignas que, a pesar del entorno carnavalesco, apuntaban a una realidad terrible: la homofobia que sigue matando no sólo personas sino también almas. Historias de terror, de personas que son asesinadas en México por su preferencia sexual o silenciadas en su entorno familiar, por la misma razón.

Mientras participaba yo de la emotiva conmemoración del sábado a lo largo de avenida Reforma, recordé que en 1994, cuando tuvo lugar el lanzamiento zapatista en Chiapas, una gran consigna invadió al país entero: “Todos somos Marcos”, frase que aludía al hecho de que los mexicanos en su conjunto nos sumábamos moralmente a esa declaración de guerra contra las injusticias ancestrales.

Me gustaría creer que actos de dignidad y fuerza representativa como el de este sábado 29 de junio, por parte de la comunidad LGBT, lograra entronizar un nuevo lema en toda la República: “todos somos la diversidad”. Ahí está nuestra riqueza como país, en la diversidad incluyente.

Raúl Rodríguez Rodríguez.
Analista y escritor
Twitter: @rodriguezrraul
Instagram: raulrodrodmk

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