«RIZANDO EL RIZO» A 80 años del exilio español, México aún tiene mucho que aprender sobre la migración - Mujer es Más -

«RIZANDO EL RIZO» A 80 años del exilio español, México aún tiene mucho que aprender sobre la migración

Al Colegio Madrid, donde cultivé por primera vez

mi amor por las letras y el conocimiento.

Este trece de junio, México conmemoró que hace ochenta años se convirtió en el destino de alrededor de veintidós mil ciudadanos españoles que escapaban del conflicto armado en su país. Desde 1939, y durante los años sucesivos, nuestro país brindó una segunda oportunidad de vida a quienes habían escapado de la violencia y la persecución política causada por la guerra civil, misma que derivó en una dictadura encabezada por Francisco Franco, que mantendría a España oprimida hasta 1975. Las propias autoridades españolas reconocen, hoy en día, que los españoles recibieron, hace ocho décadas, en nuestro país, un trato que ninguna otra nación se ofreció a darles. Reconociendo de inmediato sus habilidades y sus capacidades para enriquecer al México de entonces, la nación los integró sin resistencia y sin los malos tratos que actualmente reciben, en este mismo país, las personas en movilidad humana. Desde esa época y hasta ahora, a todo el mundo le encanta capitalizar el recibimiento que los republicanos españoles tuvieron en suelo azteca; sin embargo, aunque es verdad que aquel suceso es una muestra valiosa de nuestra hospitalidad y de nuestra capacidad de ser un pueblo solidario, hay que reconocer que no es así como en los últimos años hemos tratado a todos los hermanos hispanoamericanos que han solicitado asilo y refugio con nosotros.

El exilio español en México y la forma en que tan nostálgicamente hablamos de él, lo mismo en los medios, que los gobiernos y la sociedad en general, es un gran ejemplo de cómo podemos entender la migración desde una perspectiva positiva y no estigmatizante. Este flujo de personas que escapaban de la violencia franquista, y que llegaron por primera vez al puerto de Veracruz el 13 de julio de 1939, con mil seiscientas personas exiliadas a bordo del buque Sinaía, enriqueció la vida de nuestro país a profundidad, permitiendo la renovación de todas las áreas de nuestra sociedad, impactando lo mismo en el arte que en la economía. Aunque queramos pensar que este flujo migratorio fue particularmente especial por su composición (es decir, por haber traído al país un gran número de intelectuales o personas de “élite”), lo cierto es que sólo alrededor del 25 por ciento de estas personas pertenecían a estos sectores y que el resto estaba lo mismo compuesto por militares y marinos que por personas campesinas y obreras. Es decir, que esta oleada migratoria no tuvo su particularidad sólo en la forma en que estaba compuesta, sino, simplemente, en el buen rostro que decidimos mostrarle. Quizás porque eran europeos, quizás porque los españoles y los mexicanos tenemos una historia compartida, las razones no importan tanto, lo que quiero subrayar aquí, repito, es que hemos sido capaces antes de recibir con buena cara a quienes huyen de su tierra, motivados por la violencia, pidiéndonos un trato humanitario. La integración de estas personas ha dependido más de nuestros prejuicios, o falta de los mismos, que de las propias personas en movilidad.

Prueba de ello ha sido el exilio judío que también buscó asilo en nuestro país durante el mismo siglo. Desde 1933 y hasta, aproximadamente, 1945, cientos de personas judías provenientes de distintos países europeos buscaron refugiarse en México, escapando del exterminio nazi que azotaba su continente. Estas personas, sin embargo, no recibieron el mismo trato que los exiliados españoles. Como lo ha documentado Daniela Gleizer en su obra El exilio incómodo. México y los refugiados judíos 1933-1945, a pesar del prestigio que el gobierno de nuestro país, encabezado entonces por Lázaro Cárdenas, adquirió al hacer una llamada abierta a los republicanos españoles a acudir a territorio azteca, no se presentaron los mismos brazos abiertos a los exiliados judíos. Una serie de obstáculos legales y administrativos demostraba el miedo que se tenía a que estos refugiados no fueran “asimilados” por el pueblo mexicano. Otros países de América Latina se mostraron mucho más solidarios con los judíos que el nuestro, a pesar de lo cual ese exilio terminó por encontrarse su propio espacio en nuestra nación. De acuerdo con Gleizer, en esa época México no mantenía una política tan abierta a la migración como se intenta hacer creer. Para evitar distintos flujos de movilidad humana, se emitían “circulares confidenciales” que prohibían la inmigración de países como China, India, Rusia y Polonia, y de poblaciones negras y gitanas.  

Por eso, aunque hoy nos encante vanagloriarnos de la solidaridad que nuestro pueblo tuvo hacia nuestros hermanos españoles, tenemos que reconocer que esos brazos abiertos, más que una regla, han sido una excepción en nuestra historia. Nuestro presente mismo lo demuestra: el trato mediático criminalizante que se le dio a la Caravana Migrante, proveniente de El Salvador, que pasó por nuestro país a finales del año pasado, fue todo menos solidario. A esas personas, que huían de la violencia, de la pobreza extrema, de los tratos degradantes, se les trató de la misma forma en que Trump, de quien tanto nos quejamos, trata a los migrantes mexicanos.

Para honrar realmente al exilio español, nuestro país tiene que analizar a fondo el trato que ofrece a las personas solicitantes de asilo y de refugio provenientes de todo el mundo. Vale la pena recordar la voz siempre consecuente y ética de Don Adolfo Sánchez Vázquez quien dice que hasta la tolerancia tiene límites.  

Manchamanteles: Las voces del jueves de Corpus (parte 2 de 2)

A 48 años de la matanza del jueves de Corpus, también conocida como “el Halconazo”, me di a la tarea de recopilar diversas perspectivas y testimonios en torno a este crimen de Estado. Aquí algunas de esas voces:  

Antonio García de León, (lingüista, músico e historiador, Investigador Emérito del INAH) – El 10 de junio no se celebra mostrando partes de las cámaras de tortura del viejo régimen, olvidándose por supuesto del Campo Militar Número Uno, sino ejerciendo justicia y acabando con la impunidad de los militares que entrenaron a los llamados Halcones. Hoy, el ejercito recupera sus fueros y sirve de Border Patrol del imperio… Triste manera de recordar el 10 de junio. –

Edgard Sánchez Ramírez, (miembro de la dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores) – En México se intentaron borrar de la historia el dos de octubre del 1968 y el 10 de junio de 1971 y lo que los mismos representan. Así surge el ¡2 de octubre no se olvida! Hay dos terrenos en la pelea de la historia una que, ya que ganamos la memoria, pero aún falta mucho para hacer justicia y lograr los supuestos democráticos que se planteaban. Sigue faltando mucho para tener una democracia plena en nuestro país, y son vigentes aun, las batallas de esos años.  Sigue pendiente la lucha por los desaparecidos, independiente del gobierno que sea. Como se ve en mi foto de la pasada marcha del 10 de junio con una manta que dice: ¡Seguimos en la lucha!

Narciso el Obsceno

Algunos teóricos afirman que la sociedad presente, sobre todo la de los jóvenes sostiene el gran florecimiento del narcisismo como argumento central de la cultura y de la economía de mercado. Hoy parece que se trata de que el sujeto comprometa en su personalidad, la posibilidad de tener y gozar una vida feliz o buena porque triunfan diversos rasgos de un egoísmo penetrante, a la par del desprecio hacia las necesidades y sentimientos del otro y de la sociedad toda. Así algunos piensan frente a su espejo, que se impone un enamoramiento de sí mismo que quebranta algunas ideas del pacto social.

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