Hace treinta años, los mexicanos nos quejábamos de la crisis económica, del interminable y corrupto gobierno priista; entonces llegó el peruano Mario Vargas Llosa y explicó simple y sencillamente que vivíamos una “dictadura perfecta”. Después, en el año 2000, México optó por la alternancia partidista. Pero lejos de terminar las quejas, ahora el dolor era la guerra que se le declaró al narcotráfico y que trajo consigo imparables ríos de sangre en todo el país, también se repudió que Acción Nacional cayera en muchos de los vicios y corrupción del priismo. Ahora llegó la izquierda al poder y con él ¿un verdadero cambio o un populismo perverso?
Vargas Llosa regresó a México, ya galardonado en el mundo con el Premio Nobel de Literatura y el Premio Cervantes, ahora nos dice que está convencido que todas las democracias son vulnerables a la corrupción, a volverse frágiles y en algún momento autodestruirse, pero que siempre será mejor “una democracia corrupta” a un “populismo” o a una “dictadura militar” que son peor que la “peste bubónica”. Y de nuevo, con tres interrogantes simples, puso a todos los mexicanos a reflexionar, no sin antes ejemplificar el futuro con la crisis humanitaria que padece Venezuela.
¿La elección de López Obrador significa que la democracia mexicana va en franca evolución o en realidad es un retroceso? ¿Acaso significa que el populismo ha echado raíces en México y que puede prosperar con este gobierno y arruinarlo como ha sucedido a las naciones que ha hecho presa?, sentenció el escritor peruano.
Y vaya que pone a reflexionar, cuando en simultáneo vemos a michoacanos humillando y burlándose de soldados, que muchas veces dan la vida protegiendo al país, como si ellos fueron los responsables de los abusos del poder en el pasado.
México gravita en América Latina y su futuro importa no solo a los mexicanos, pero cómo puede salvarse su democracia con funcionarios de todos los colores añejamente corruptos, con periodistas amenazados por ellos y por el crimen, amordazados económicamente y algunos ya registrando síntomas de la “peste bubónica”.
Las pasiones provocan siempre violencia, divisiones terribles, descalificaciones feroces y “matanzas”, advirtió el peruano, creador de La Ciudad y los Perros. Irónicamente, la respuesta está en una de las propuestas de AMLOVE: el amor a México.
Ese amor por la patria que debería mover a “un soldado (que) en cada hijo te dio” porque de ser así, cada mexicano se convertiría en protector de la integridad, la ética, la legalidad, la productividad, la familia, la tierra, la tradición, la riqueza de su nación.
Entonces la solución a los problemas de México se encuentra en el seno familiar, de ahí donde se gestan los maestros, los trabajadores, los empresarios, los políticos…