Hace exactamente dos años se anunciaba que, después de pasar siete años tras las rejas, la activista y exintegrante del ejército norteamericano Chelsea Manning, sería puesta en libertad. Manning, quien se reconoció como mujer transgénero mientras estaba en prisión, había sido encarcelada por filtrar más de 700 mil documentos de carácter confidencial a WikiLeaks, la organización que busca transparentar las actividades turbias que los gobiernos del mundo efectúan en los oscurito. La entonces soldado difundió tales archivos con un objetivo muy claro: evidenciar la tortura y los abusos que las autoridades estadounidenses cometían en las guerras de Irak y Afganistán. Chelsea Manning pudo volver a transitar las calles libremente gracias a un indulto otorgado por el entonces presidente Barack Obama. Para el demócrata, éste era uno de los últimos mensajes que enviaba al mundo sobre lo que había significado su administración. La llegada de Trump estaba a la vuelta de la esquina y junto a él venía una nueva ola de discriminación que pondría en entredicho la estadía de las personas transgénero y transexuales en el ejército norteamericano. Obama indultaba a Manning como un símbolo de concordia en relación con quienes decían defender la transparencia, aunque con ello hubieran puesto en jaque al propio gobierno de los EE.UU., pero también como una señal de apoyo a las personas LGBT, dado que elegía el 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, como la fecha marcada para la liberación de esta activista.
El suceso no representaba la victoria, ni para Manning, ni para WikiLeaks, ni para su fundador, Julian Assange. Por el contrario, el suceso significaba una última muestra de apoyo internacional frente a la inevitable reconfiguración del mundo. Lo que estaba por pasar podía más o menos intuirse: tras una fuerte campaña de desprestigio, Julian Assange terminaría por perder el apoyo de la embajada ecuatoriana y terminaría siendo detenido en Londres para ser extraditado a los Estados Unidos. Atacado por todos los flancos, lo mismo los demócratas que le acusaban de haber apoyado a Trump que la administración trumpista que le perseguía, por el gobierno de Reino Unido, por el de Suecia y por el recién derechizado Ecuador, el fundador de WikiLeaks se quedaba sin amigos poderosos que intercedieran por él o que le dieran asilo. Su captura se dio hace algunos días, pero la infamia parece estar apenas por caer. Assange empezó a ser perseguido en 2012, cuando se le acusó en Suecia de un presunto delito de violación. Durante siete años, el activista se refugió en la embajada de Ecuador, cuyo presidente era entonces Rafael Correa, por considerarse que ésta se trataba de una persecución política. En Suecia, la investigación tuvo que suspenderse por la condición de asilo de la que gozaba Assange. Sin embargo, ahora que ha sido detenido por la policía británica, todos parecen estarse disputando la cabeza del fundador de WikiLeaks: hace unos cuantos días, se anunció que Suecia volvería a abrir la investigación que años atrás había cerrado en torno a delitos que en la actualidad habrían ya prescrito.
En Estados Unidos, la suerte de Chelsea Manning no parece haberse separado tanto de la de Assange, a pesar del indulto recibido en 2017. Hace poco más de dos meses, la exsoldado se negó a declarar frente a un jurado que la interrogaba sobre la filtración de datos que realizó y que desembocó en la sentencia conmutada por el presidente Obama. Su abogado asegura que esta negativa se dio para demostrarle al juez que ella “tiene motivos justificables para su negativa a dar testimonio”. Como respuesta a esta oposición, Manning se vio obligada a pasar dos meses más en la cárcel. El día de ayer, a dos años de volver a pisar la calle, la activista fue citada a declarar a nuevamente; sin embargo, ella anunció desde el domingo pasado que se volvería a negar a declarar, por lo que Manning volverá a pasar otra temporada en prisión.
Entre tantos dimes y diretes, lo grave del asunto es que perdemos de vista cuáles fueron los sucesos que desencadenaron la historia que trae hoy otra vez a Manning a prisión. Más allá del propio Assange, de su credibilidad, de su ética y de las acciones que él haya o no llevado a cabo como ciudadano y como persona, y más allá incluso de la propia organización WikiLeaks, lo que dio inició al suplicio de Manning fue la actuación inhumana del gobierno de los Estados Unidos en tierras donde se jactan de estar llevando la paz y la democracia. El gobierno estadounidense monta un teatro de proporciones bíblicas para perseguir a una activista por haberse saltado las reglas de la institución, luego monta un teatro igual para liberarla y uno peor para volverla a meter a prisión, y mientras tanto los actos de tortura y los posibles crímenes de guerra cometidos en Afganistán e Irak siguen en la total impunidad.
Podremos tener las opiniones que queramos sobre WikiLeaks, podemos pensar que Assange cometió o no las agresiones que se le imputan y podemos pensar lo que queramos sobre Chelsea Manning, pero no hay que perder de vista que ésta es una cacería de brujas, que Assange no está siendo perseguido en calidad de violador sino en calidad de fundador de WikiLeaks y que Manning no es repudiada por burlar las leyes del ejército norteamericano, sino por hacerlo para evidenciar las atrocidades y violaciones a los derechos humanos que van cometiendo por el mundo mientras entonan su himno democrático.
Manchamanteles
A pocos días de fundado el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, entrevisté a Víctor Flores Olea para el periódico El Día. Don Víctor quien tenía claro y sabía del gran proyecto que enfrentaba me dijo: “La diversidad y riqueza de las manifestaciones culturales de nuestro país, son sin duda rasgos que la distinguen y a la vez, estos elementos están ligados por factores comunes que conforman lo que en conjunto denominamos cultura nacional. Así mismo aseguró que “las múltiples expresiones de cultura regionales y locales, aunadas a las obras de creación, de nuestros hombres de genio, que en última instancia sintetizan las emociones y aspiraciones de diversidad nacional, integran el amplio panorama de nuestra cultura”. Es de celebrar la creación del Consejo de Diplomacia Cultural, instalado este miércoles en el Palacio de Bellas Artes a iniciativa de la cancillería (Marcelo Ebrard) y la Secretaría de Cultura (Alejandra Frausto). Suena bien el regreso a una cultura distante del glamour y la parafernalia y otra vez un retorno a promover a México como un país pluricultural. Los veinte miembros del nuevo Consejo son de primera yo me quedo como garante de este; con la presencia de mi querida Lourdes Arizpe y su erudición, la plástica y vitalidad cultural de Sabina Berman y Margo Glantz maestra entre maestras. Felicito mucho a la iniciativa y a los miembros. La entrevista se volverá a publicar en estas páginas.
Narciso el Obsceno
Pat McDonald plantea en su libro Narcisismo en el Mundo Moderno que el narcisismo es una pandemia acorde a nuestros días y sus valores, que está perturbando a personas de todas las edades: “Las cualidades narcisistas -un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía- están en alza. Basta con observar el consumismo rampante, la autopromoción en las redes sociales, la búsqueda de fama a cualquier precio y el uso de la cirugía para frenar el envejecimiento “.