México.- Las partículas PM2.5 y menores son las más dañinas, además de que han sido catalogadas por la Organización Mundial de la Salud como carcinógenas, es decir, que a largo plazo producen cáncer, señaló Ana Rosa Moreno, de la Facultad de Medicina.
Las partículas de 10 micras, las que normalmente se miden en el ambiente, son arrastradas por el moco y de esta manera se filtran; pero entre más pequeñas sean más peligro representan, porque no se filtran y se van directo a los pulmones.
Un estudio en Inglaterra comparó cerebros de personas que habían vivido en Ciudad de México con los de otras zonas urbanas. En los primeros se encontraron metales pesados, y la única explicación era que en el aire había partículas de éstos, y las de menos de 2.5 micras llegan al alveolo, que es donde ocurre el intercambio gaseoso y se traslada directamente al torrente sanguíneo.
En el país hay aproximadamente 21 mil muertes al año asociadas con la mala calidad del aire. “Subestimamos el problema porque para nosotros la contaminación es algo cotidiano, y cuando un problema se vuelve cotidiano no se percibe. Vivimos con la polución y cuando vamos a otros lugares sentimos mejoría en el sistema respiratorio, no hay flema ni ojos rojos ni resequedad. Lo contrario ocurre con quienes visitan la ciudad, porque presentan síntomas que no tienen en su lugar de origen. Nos hemos adaptado, pero no significa que no suframos efectos”.
Cuando hay picos como los de esta contingencia, cuando hay una exposición aguda y las concentraciones son más altas, hay la posibilidad de morir para la gente más vulnerable. “Todos estamos en riesgo”, apuntó Moreno, y agregó que los bebés y los ancianos están en mayor peligro: “Los bebés no deben salir bajo ningún motivo de sus casas. Es importante que no se abran las ventanas, pues al intentar ventilar lo único que conseguiremos será que entren los contaminantes. Los niños tampoco deben estar expuestos ni las personas de la tercera edad; igualmente quienes padecen enfermedades respiratorias o crónicas, como asma y alergias, pues presentan una vulnerabilidad mayor dado que el cuerpo no puede manejar el estrés biológico de la contaminación aunado a males como la diabetes, la hipertensión o de algún otro tipo; es cuando ocurren los fallecimientos”.
Contingencia tardía
La contingencia llegó tarde, dijo Moreno. “Es muy peligroso pasar más de tres días con esta concentración de contaminantes… la contingencia llegó tarde porque no hay legislación, pero no podemos estar con las manos amarradas, debemos actuar, eso implica que todos tomemos acciones”. Se necesita un cambio para bien, hacer que todos participemos y se exija la verificación de los vehículos contaminantes, como los camiones de pasajeros, de volteo, repartidores de refrescos, todos los que no verifican. “La prioridad debe ser la salud humana”.
Las redes de monitoreo deben trabajar en función de las necesidades del sector salud. Lo que importa es proteger a la población, subrayó la experta, proteger la salud de la gente. “Deberíamos saber cómo están los hospitales, saber si por la contaminación hay mayor afectación. Pero no hay conciencia, los hospitales están saturados, no hay una respuesta sólida del sector salud”. Debe haber una coordinación entre los centros meteorológicos y el sector salud para pasar esa información y hacer conciencia.
“La población también debe hacer conciencia y protegerse. Los ciclistas, por ejemplo, deben ser conscientes de que andar en bicicleta es un gran riesgo, porque respiran cuatro veces más, van con la boca abierta y no filtran las partículas. Van pegados a los camiones, a transportes que no verifican, porque sólo los automovilistas verifican.”
Una de cada cuatro enfermedades está relacionada con el medio ambiente. Deben ser momentos en que la ciudadanía impulse cambios. “Debería haber un sistema de alerta temprana para saber que hay un incendio y que los humos se están trasladando hacia un lado o hacia el otro y actuar en consecuencia. El problema es también que no hay credibilidad en las instituciones y no les hacemos caso”.
En los últimos días el viento ha transportado parte de los contaminantes emitidos por cientos de incendios forestales ocurridos en cuatro entidades hacia Ciudad de México, y al no ser suficientemente intenso ese viento se ha impedido la dispersión de las partículas fuera del Valle de México, informó el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA).
Según el Global Forest Watch Fires (https://fires.globalforestwatch.org/home/), servicio de observación satelital para la detección de incendios forestales, en cuatro días (del 9 al 12 de mayo) se detectaron 659 incendios o puntos calientes en la superficie en el Estado de México, 112 en Hidalgo, 87 en Morelos y más de 38 en CdMx, lo que propicia una atmósfera regional altamente cargada de compuestos orgánicos volátiles (COV) y material particulado menor a 2.5 micrómetros (PM2.5) las 24 horas del día.
Al sumarse esos contaminantes a las emisiones cotidianas de la ciudad, desde temprana hora se han alcanzado las condiciones de mala calidad del aire que reporta el sistema de monitoreo, señaló el CCA.
Varias de las contingencias atmosféricas ambientales de los últimos años se han originado por factores externos a esta urbe, pues las acciones tomadas y la colaboración ciudadana en la Zona Metropolitana han sido exitosas; en esta ocasión la contaminación originada por la propia metrópoli no ha sido la causa principal de las contingencias.
La entidad universitaria subrayó que la calidad del aire puede mejorar con acciones enfocadas a reducir las distancias de viajes, a mejorar el transporte colectivo y promover el uso de bicicletas, además del ahorro de energía fósil y al uso de energías alternativas. Situaciones como las que se viven exigen acciones regionales en los ámbitos urbano y rural.
UNAM Global