«PUEBLO DEL SOL» “¡Te lo acabas!” - Mujer es Más -

«PUEBLO DEL SOL» “¡Te lo acabas!”

 

A propósito del pasado día de las madres y las antiguas aztecas, ¿cómo convergía el corazón tierno de la madre que protege a sus hijos de todo mal con la educación severa que tenía el pueblo guerrero? Con una noción clara del deber y el sentido de sobrevivencia. Pues los niños mexicanos debían y deben sobrevivir muchas veces en un medio hostil que exige las fuerzas internas más poderosas. Y desde siempre una madre es aquella que enseña a nunca desperdiciar la comida…

“¿Qué pasó? ¿No te gustó la comida? Pues te la acabas. Te la acabas te digo. No estamos para desperdiciar, para tirar comida. No estuve cocinando toda la mañana para que me vengas con que no te gustó. Aquí todos comemos, porque si no no se levantan de la mesa. ¿Qué por qué? Porque lo digo yo, que soy tu madre. Y se cómo es este mundo mejor que tú, que eres mi ternura pero estás chico y no comprendes. Porque no sabes que si el maíz se dobla con la lluvia se pierde la cosecha. Y si la mata no da mazorca entonces no hay qué comer. Y se que eres niño y no sabes, pero el hambre es canija, es muy cabrona cuando te llega. Nadie conoce a nadie y todo se pone muy feo. Y ahorita estás chillando porque no quieres comer, pero es más feo llorar porque no tienes nada para comer. Porque si perdemos el maíz, tus abuelos, tus tíos y tus primos también van a tener hambre y nadie va a querer compartir nada con nadie. Y nos vamos a acabar las hierbas de los patios y de los caminos porque solo habrá eso qué comer.

“Así que no llores y acábate la comida. ¡No me hagas enojar! ¡Ya me estás hartando! ¡Te lo acabas! ¡Te lo acabas! ¡Te lo acabas! ¿Te doy? ¿Te pego? ¿Te tundo? Te lo estás buscando… Síguele así y vas a ver… ¿Ya viste que no me ando con cuentos? No me digas que no te dije. Escuíncle, mocoso, niño tonto ¿Te vuelvo a pegar? ¡Pon la mano! ¡Pon la otra! ¡Te tomo de los pelos! ¡Te azoto! Y ahora lloras. ¡No quiero llanto! ¡No me llores, Lagrimitas! ¡Lloras y te vuelvo a pegar! ¿Qué no entiendes? Te dije que no llores. ¡Quita esa trompa! ¡Te doy! ¡Ay, que no tienes carácter! ¡Mírate llorando! ¡Me das pena! ¡Me desesperas! ¡No se cómo es que soy tu madre! ¿Qué hice mal? ¿Por qué tengo que aguantar tus lágrimas si ya me chingué cocinando? ¡Me estás haciendo perder el tiempo!

“¡Ve aquí! ¡Ay, ya déjalo! ¡Pero que conste que te lo advertí! Si luego no tenemos para comer no te quiero llorando por un taco que ahora estás dejando la comida. Y ahora ven que te voy a sangrar. De aquí, de tu oreja. ¡Ándale o te jalo más fuerte! Siente la espina, mira cómo pica y duele. Y se hace así. ¡fuerte! ¡Pícale! ¡No te muevas! ¡Así hasta que sangre! ¡Otra vez! Es que no lo hiciste bien. ¡Hazlo fuerte! ¡Otra vez llorando…! ¿Es que no entiendes? Si sigues llorando te echo agua fría con la jícara. ¡Ay, es que no entiendes! ¡Aquí te va el agua! ¿No entiendes? ¿No entiendes? ¡Deja de llorar! ¿Quieres más agua? Mira que te meto la cabezota en la pila. ¡Síguele, síguele eh! Te lo ganaste. ¡Más agua! ¡Que dejes de llorar! Ay… sigues. ¡Que te meto un olote en la boca! ¡Es que no entiendes! ¡Mira que se siente un olote en la boca! ¡Te lo ganaste! Y sigues… ¿Otra vez agua, otra vez olote? ¿Eso es lo que quieres? Se ve que es lo que quieres porque no dejas de llorar.

“Ahora si me cansaste. ¡Te voy a arrimar al fuego! ¡Ven acá! Se ve que no entiendes. ¿Ves estos chiles? Pues ahora sí te voy a poner a llorar de verdad. ¿Ves cómo se queman? ¡Respira! ¡Respira el humo escuíncle! Y ahora sí llora. Llora todo lo que quieras que aquí hay más chiles. Hasta voy a hacer todo un molli. ¡Llora condenado! ¡Ahora si quiero ver tus lágrimas! ¿Ya ves que además te ahogas? Así es. Respira, ahógate, llora, desespérate, sufre. Y así, la próxima vez que no quieras mi comida te vas a acordar… Y te lo vas a comer todo. Porque ya sabes que la comida no se desperdicia porque el hambre es mala. Y ya sabes cómo sangra tu oreja con la punta de maguey, y así lo tienes que hacer todos los días aquí, donde los dioses cuidan nuestra casa para que no falte maíz y para que vengan bien las lluvias y no muera el sol.

“Así se aprende hijo, hija, hijitos míos. Duele más no obedecer, no sacrificar, no comer… que llorar por no hacerme caso. Y esto lo hago por su bien, porque cuando la vida reparte sus chingadazos nadie va a estar ahí para consolar. Porque a todos nos pega la vida con cosas malas que duelen mucho, así que más vale no andarse con pendejadas de no querer comer y no saber obedecer. Y tenerle miedo a la espina y al brote de sangre. Porque hay que tener miedo de los dioses si no todo se desordena, y vienen el granizo y las heladas, y el agua de la laguna hierve, y deja de llover y nada crece y ahí andamos pepenando por los cerros las hierbas y cazando sabandijas: las lagartijas, los sapos y las culebras que se esconden entre el tezontle negro que raspa y hiere. Porque la vida es como ese pedregal negro por el que apenas se puede andar. Y uno se rasga los pies, las piernas. La vida está llena de espinas como en el monte seco donde te arañan y se te pegan y sus puntas te dan dolor. Y cuando has caminado crees que se va a acabar, pero el camino es largo y ahí está el zacate seco y los cardos y los magueyes y los nopales. Así que no te sorprendas del sufrimiento de tu corazón de niño. Porque estás creciendo y así te vas a olvidar de llorar por no ser buen niño.”

 

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