Inútil parece el esfuerzo de negarlo: la ultraderecha está avanzando en todo el mundo. No, no son casos aislados. No, Donald J. Trump no es un monstruo endémico de los vecinos del norte de México. No, Marine Le Pen y Jair Bolsonaro no son extraordinarias excepciones. La derechización de América Latina, con sus Piñeras y sus Macris, no es un asunto regional. Y sin duda es un tema que toca la geopolítica mundial, el sistema-mundo (Wallerstein) al tiempo que es síntoma del giro pendular político de nuestros días, del que aún tenemos mucho que analizar. Es verdad, cada cual guarda sus asegunes y sus particularidades, pero el fenómeno es el mismo en todo el globo. Lo dijo Zygmunt Bauman antes de morir: nuestras sociedades se debaten en el eterno desbalance entre libertad y seguridad y justo ahora están clamando la segunda, aunque les cueste la primera.
Hoy en España se celebran las elecciones generales, en las cuales se votará por senadores y diputados, quienes a su vez determinarán al que será el presidente de gobierno. El partido que se encuentra a la cabeza en las encuestas es el que actualmente está al frente del país, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Parece ser que la mayor parte de los votos de la izquierda se decantará por esta opción. El otro partido del mismo corte, Unidas Podemos, sufrió un duro golpe después de que su presidente, Pablo Iglesias, se comprara un chalet de 600 mil euros. Porque en uno y otro lado del mundo la política es igual de irrisoria y a la izquierda siempre se le exige una suerte de ascetismo que impide a sus partidarios sucumbir ante cualquier espejismo parecido a un lujo, así éste no sea adquirido con recursos públicos. Lo cierto es que Iglesias, como en otros casos similares, también firmó parte de su condena al criticar previamente a otro político por gastarse exactamente la misma cantidad en otra propiedad. No sólo es que la izquierda sea víctima de la exigencia de renunciar religiosamente a la vida material, sino que también se pone el pie solita al pregonar a los cuatro vientos su superioridad moral. Un tema que a los otros les da más bien igual.
En segundo y tercer lugar, variando según la encuesta consultada, se encuentran el Partido Popular, con el que gobernó Mariano Rajoy y que actualmente es presidido por Pablo Casado, y Ciudadanos, el partido que pactó con la extrema derecha en Andalucía y que es encabezado por Albert Rivera. En los términos más prácticos y reduccionistas: no, España no será gobernada por una suerte de Donald Trump ibérico durante los próximos años. El panorama, sin embargo, sigue siendo incierto y los pactos que se puedan hacer con la extrema derecha son una posibilidad riesgosa. Vox, el partido ultraconservador presidido por Santiago Abascal ha crecido a un ritmo acelerado desde su creación en 2013 y, aunque es verdad que no llegará a la presidencia de gobierno, se estima que su presencia en el Congreso podría cuadruplicarse. La agrupación es temida por estar concentrando los votos del miedo y del enojo de quienes han padecido más severamente la desigualdad y por estar dándole a estos el típico cauce que criminaliza a las personas migrantes y que ve con desdén a quienes integran a las mal llamadas minorías. Es decir, que es un partido antiderechos y se está abriendo paso por España.
Para América Latina en general y para México en particular, la ruta que tome la política ibérica tiene un rebote importante, ya don Miguel León- Portilla se planteaba en 2006 en la revista Letras Libres la vigente reflexión: “La historia trae consigo cambios impredecibles: si hoy los españoles son prósperos, tal vez mañana los mexicanos y otros iberoamericanos puedan serlo más. ¿Entonces qué relaciones habremos de mantener?: ¿serán ellas de encuentro o desencuentro? Este domingo la pregunta de León–Portilla se re/significa ante el papel del nuevo gobierno mexicano que encabeza Andrés Manuel López Obrador para reposicionarse como líder estructural en América, la amenaza totalitaria y racista de los EE. UU y el importante vínculo histórico, político, cultural y comercial con España, en lo que algunos han llamado “la reconquista económica” (Oriol Malló). Todo un crucigrama para re/pensar después de los resultados de este domingo haciendo eco de la frase de Jacques Lacan en su Seminario XI. Los cuatros conceptos fundamentales del psicoanálisis: “Todos saben que la política consiste en negociar, y en su caso al por mayor, por paquetes, a los mismos sujetos, llamados ciudadanos, por cientos de miles” Hay que revisar meticulosamente la reverberación del síntoma que nos aqueja. ¿Qué revela este inconsciente colectivo? ¿Será acaso plausible pensar que la historia del ADN de la política como la infancia es destino?
Recientemente, los usuarios de redes sociales (que sólo buscan un pretexto) estallaron ante un video en el que el periodista Willy Veleta entrevista a un obrero que asegura que va a votar por Vox. El hombre va cargando lo que posiblemente es material de construcción cuando le preguntan si ha visto los debates presidenciales, a lo que él responde que su deseo es que el partido de ultraderecha se abra espacio. “Pero si tú eres un currante”, increpa el periodista, aludiendo a su condición de obrero, trabajador. “Pablo Iglesias también es un currante comunista y vive en una casa de cien millones de pesetas”, revira el hombre, subrayando otra vez el problema de la izquierda, el de la exigencia de ascetismo más el tema de la superioridad moral. “¿No tienes conciencia de clase?”, pregunta el periodista, ya cargándole la mano al obrero. “Sí, sí, claro, y yo he vivido muy bien cuando ha estado gobernando la derecha”, sentencia el hombre y se antoja que por ahí se escucha un eco que susurra: Make Spain great again.