La “Caminata por la Paz” tuvo que ocurrir en Minatitlán, pero podría replicarse en varios estados del país, donde la violencia amenaza, persiste, no da tregua.
Como en Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Morelos, Estado de México, Tamaulipas, Tabasco, Colima, Ciudad de México, bueno, en casi todo el territorio nacional.
Las consignas y las pancartas ya las hemos visto en alguna etapa de este México violento que agarra parejo y se ensaña con las víctimas colaterales de la violencia: “Queremos vivir en paz”, “No más homicidios”, “Justicia”, “Alto a la violencia”, “Señor Presidente cumpla su promesa de campaña de combatir la inseguridad”, son solo algunas de frases que se escuchaban y se leían durante la marcha a la que convocaron los empresarios y sociedad civil, en Minatitlán, luego del terrible viernes santo.
La exigencia por esclarecer los hechos de la masacre, donde murieron 13 personas, es obligada.
Pero también se han sumado, en una sola, las voces que demandan una estrategia en materia de seguridad tanto a nivel estatal (porque desde hace años el crimen organizado tiene acorralados a los veracruzanos), así como del gobierno federal, que no ha podido contener el incremento de las personas asesinadas en México, 8 mil 493 en los primeros tres meses del 2019.
En tierras jarochas los homicidios están fuera de control desde hace varios años, lo lamentable es que hay un fuerte repunte en los últimos meses, frente a la omisión de las autoridades o incluso colusión de las mismas.
Es cierto, como dice el presidente Andrés Manuel López Obrador, es muy poco tiempo para resolver el problema añejo de violencia en el país, heredado de los gobiernos anteriores.
Aunque en campaña haya dicho que lo solucionaría en cuanto llegara al poder, resultaba imposible (seguramente hasta para sus más fieles seguidores) que así hubiera sido.
Para los especialistas es materia de seguridad es “irresponsable” que el presidente López Obrador se comprometa “a que ahora sí” en seis meses bajarán los índices de inseguridad.
La entrega de programas sociales no serán la medicina para combatir tan avanzada enfermedad y la Guardia Nacional aún no está constituida para que en medio año atienda la violencia en todo el país.
Por lo pronto, durante los primeros tres meses del año la cifra de homicidios se incrementó en un 9 por ciento con respecto a 2018.
Por ello, la exigencia de la sociedad y partidos de oposición ¿Cuál es la estrategia para enfrentar la inseguridad? ¿Qué hay del contubernio de autoridades municipales o estatales con el crimen organizado?
¿Le alcanzará el discurso al presidente para convencer a los mexicanos de que uno de los peores males que vive el país será resuelto o por lo menos comenzaran a bajar las dramáticas cifras de inseguridad? Actualmente son asesinadas 95 personas cada día.
El reto es alto y políticamente costoso.
Pactar con grupos criminales para que reduzca la violencia, ya lo anunció el Presidente López Obrador, no es opción. Ni perseguir a una banda para proteger a otra, como dijo, se hacía antes.
Su apuesta es acabar con la corrupción y la impunidad, para reducir los índices de violencia e inseguridad. ¿Será?
El tamaño del problema requiere de menos retórica y más acciones, porque en materia de seguridad no solo pierde la sociedad, pierde México ante el mundo.