Las jóvenes Ana Paula Jiménez Díaz, Nuria Sydykova Méndez, Karla Rebeca Munguía Romero y Nathalia del Carmen Jasso Vera obtuvieron la semana pasada triunfos históricos para México en la VIII Olimpiada Europea Femenil de Matemáticas (EGMO) en Kiev, Ucrania.
Las chicas forman parte del programa académico de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas y son preparadas en el Instituto de Matemáticas de la UNAM, como parte del programa académico de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas que impulsa la Sociedad Matemática Mexicana.
En esa misma semana, la doctora estadunidense Katie Boulman saltó a la fama con la publicación de las primeras imágenes de lo que en astronomía se conoce como un agujero negro.
La científica, de sólo 29 años de edad, ha sido clave para desarrollar el código computacional que permitió registrar esa imagen histórica. Tal y como detalló el MIT en Twitter, ella “lideró la creación de un nuevo algoritmo para producir la primera imagen de un agujero negro. Hoy esa imagen ha sido liberada”. Ese algoritmo, llamado CHIRP (Continuous High-Resolution Image Reconstruction) fue el que empezó a idear mientras aún era estudiante de doctorado.
No obstante que son noticias impresionantemente buenas para las mujeres, los ataques, en el caso de Boulman, no se hicieron esperar.
En internet comenzó a propagarse una campaña crítica hacia la contribución de la investigadora. Internautas difundieron una imagen de otro científico, el estudiante de posgrado en la Universidad de Harvard, Andrew Chael, de 28 años, asegurando que él era el autor de 850 mil de las 900 mil líneas de código de dicho algoritmo.
No obstante, en entrevista con The Washington Post, Chael aclaró que realizó un trabajo importante, pero Bouman realizó una enorme colaboración en cada etapa. “Claramente [esa campaña] fue iniciada por gente que estaba molesta porque una mujer se convirtiera en la cara de esta historia'”, declaró.
El intento por despojar a Bouman de la atención de los medios continuó con un video en YouTube titulado “Mujer hace el 6 por ciento del trabajo pero obtiene el 100 por ciento del crédito”, en el que el autor opina que la investigadora obtuvo el crédito porque Chael no calza con la “agenda feminista”, por ser “probablemente un hombre blanco heterosexual” (como dato al respecto, incluso en eso se equivocaron, ya que el astrofísico reveló que en realidad es homosexual).
Afortunadamente, los logros de las mujeres en ciencias no se han detenido ahí. En marzo, la estadounidense Karen Uhlenbeck se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Abel, considerado el Nóbel de las Matemáticas, por sus revolucionarias investigaciones en la intersección con el mundo de la física.
Resulta imposible no recordar a la iraní Maryam Mirzajani, quien en 2014 fue la primera mujer que ganaba la medalla Fields, el otro galardón más prestigioso de las matemáticas. Este premio, reservado a menores de 40 años, es concedido desde 1936 por la Unión Matemática Internacional.
Mirzajani, nacida en Teherán en 1977 y profesora en la Universidad de Stanford, murió en 2017 por un cáncer de mama. Entonces, el presidente de Irán, Hasan Rohaní, y varios periódicos locales publicaron la noticia con fotos de la fallecida sin el velo obligatorio para las mujeres iraníes, un hecho histórico en ese país.
Estos casos guardan algo en común: han triunfado no por ser mujeres, sino a pesar de ello. En un mundo dominado aun por los hombres, su presencia no es nueva, pero la historia las ha invisibilizado. Pero llegó el momento de conquistar todas las esferas. Y es una dicha que jóvenes mexicanas se inscriban en esa lucha. Enhorabuena.
Es sencillo de entender: la ciencia libera y rompe el velo de la ignorancia.