Cuando Clinton arrasó electoralmente al presidente Bush padre, en 1992, impidiendo su reelección, se hizo famosa la frase “It’s the economy, stupid!”, en alusión a que aún con la Guerra del Golfo Pérsico en curso, lo que a los electores americanos les importaba era su bolsillo y su empleo. El esposo de Hillary supo interpretar mejor las prioridades del ciudadano de a pie, y sepultó al republicano, con todo y su despliegue militar multinacional en Irak.
Hoy López Obrador podría llevarse una sorpresa en las encuestas cuando constate que los electores lo aman y lo apoyan…siempre y cuando la 4T no los deje sin empleo o sin poder adquisitivo. La luna de miel de un gobernante le confiere cierto tiempo para echarle la culpa a los antecesores pero transcurrido el plazo la gente demanda resultados. Y los que prometió AMLO son altísimos (serenar el país rápido, crecer al 4 por ciento, fin de la corrupción, etc).
Es importante analizar el contexto global. Hay quienes pudieran aventurar que los enemigos de Trump están frenando el estallido de una recesión, justo para hacerla explotar cerca de las elecciones presidenciales de aquel país (2020), y arruinarle así su reelección. No sería la primera vez que se manipule la economía de un país, con fines políticos.
Lo que es un hecho es que pronto habrá recesión mundial (los pronósticos que acaba de emitir el Fondo Monetario Internacional apuntan en esa dirección). Trump parece adivinarlo cuando empieza a generar una nueva escandalera diplomática, ahora contra Irán. Pareciera como si le urgiera desviar la atención respecto del rumbo de la economía. Ese pareciera ser también el propósito de cerrar la frontera con México, la guerra económica con China y la confrontación con Venezuela: pura pirotecnia política.
En México ya ha comenzado a decrecer la popularidad del Presidente López Obrador. La confianza del consumidor respecto al futuro de la economía, ha bajado por primera vez desde la transición. Malas noticias cuando este sexenio (2100 días) sólo lleva transcurridos 120 de ellos.
Habrá quien esté en desacuerdo con el periodista Jorge Ramos; lo que es un hecho es que sus señalamientos en la reciente conferencia mañanera, demuestran que la realidad social, política y económica del país, puede transformarse en un bumeran contra el régimen, si las cifras no mejoran.
“Si le va bien al Presidente, le va bien a México”, dice la frase célebre. Ojalá que la 4T de AMLO triunfe en toda la línea. De no ser así, me temo que no habrá ninguna figura política que pueda proponer rescate alguno del país en el año 2024, por lo menos no desde un partido político.
En otras palabras, los partidos están tan desacreditados, los líderes políticos opositores están tan escuálidos, que difícilmente podrán contrastarse exitosamente con el obradorismo al final del sexenio, con todo y el desgaste que éste tenga para ese momento.
¿Qué escenario enfrentaríamos entonces? Quizá el surgimiento de líderes ciudadanos iluminados, al estilo Bolsonaro en Brasil o Fujimori en Perú. Posiblemente algún golpista tipo Chávez en Venezuela, pero de derecha. Ojalá no. Ojalá AMLO dé una muestra magistral de instinto político y rectifique en temas que lo están desgastando a cambio de nada.
Ejemplo: colaboradores ineptos, concentración excesiva de la comunicación política desde la Presidencia, proyectos inciertos como la refinería y el aeropuerto de Santa Lucía. Faltan casi dos mil días de sexenio, pero el tiempo comienza a correr con cargo a la confianza ciudadana.
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