Uno de los principales retos de salud mental que enfrentará el mundo, en los próximos años, será la depresión.
Ese trastorno de ánimo que provoca incapacidad de sentir placer, pérdida de interés sobre las cosas, sentimiento de culpabilidad, falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración, por ejemplo.
La alerta es de la Organización Mundial de la Salud: a partir del próximo año, la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo y la primera en países en desarrollo, entre ellos, México.
En nuestro país, hay más de 10 millones de personas que padecen esta enfermedad. El 12 por ciento de la población mayor de 12 años.
En el 2016 hubo 6 mil 370 suicidios asociados con la depresión.
Estamos frente a un problema grave. Las enfermedades mentales crecen exponencialmente y a pesar de ello, no son prioridad en México.
La depresión, todavía se enfrenta en silencio, sin la atención medica que se requiere. El estigma y la discriminación que sufren los enfermos mentales y sus familias impiden que acudan a los servicios de salud apropiados.
Las personas a las que les da depresión tardan hasta 14 años en llegar a tomar tratamientos para combatirla, después de que han llevado una vida de infierno con la enfermedad.
No se previene, no se diagnostica y mucho menos se atiende con la urgencia que se requiere.
Los grupos de edad más afectados son entre los 25 y 59 años y las personas de más de 65 años. Sin embargo, el caso de los adolescentes llama la atención, porque recientemente el número de jóvenes que padecen la enfermedad ha crecido de manera significativa, no así, el número de quienes reciben tratamiento.
Muy lejos estamos de la recomendación de la OMS: invertir en salud mental entre el 5 y 10 por ciento del total del presupuesto de salud. En México se destina solo el 2 por ciento y de este porcentaje, el 80 por ciento es para mantenimiento de hospitales psiquiátricos.
Casi nada para detección, prevención y rehabilitación de la depresión.
El costo financiero de las enfermedades mentales en países en vías de desarrollo equivale al 4 por ciento del PIB.
En México, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, hay factores de riesgo que propician que la depresión se incremente, como la pobreza, la inseguridad, el desempleo y la violencia, entre otros.
Ante tal situación, hace unos días, el diputado federal, David Cheja Alfaro, propuso un punto de acuerdo en el que se exhorta al Ejecutivo Federal y a la Secretaría de Salud para que realicen nuevas estrategias y mecanismos para prevenir y tratar la depresión.
Esta enfermedad es una de las principales causas de la pérdida de calidad de vida, ausentismo laboral y disminución en la productividad. De acuerdo a la organización civil Voz Pro Salud Mental, más del 50 por ciento del ausentismo laboral es debido a la depresión.
La salud en México se ha convertido en uno de los temas que mayor atención debería tener, no solo por parte de la sociedad, sino de las autoridades, obesidad, diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y ahora, los trastornos de salud mental, por enumerar algunos.
Ojalá y el incremento que obtuvo en sector salud en el presupuesto para este año, se refleje en la atención y prevención de enfermedades mortales, en las que figuramos en el deshonroso primer lugar a nivel mundial.