Es una gran noticia que este miércoles 13 de marzo, senadoras y senadores de todos los partidos políticos hayan terminado de aprobar en las Comisiones Unidas de Derechos de la Niñez y de la Adolescencia, Justicia y Estudios Legislativos Segunda la reforma que homologará las leyes estatales para prohibir el matrimonio antes de los 18 años.
Es una gran noticia porque ahora mismo, en México, una de cada cinco mujeres tiene una unión conyugal antes de cumplir esa edad.
Porque se estima que casi 7 millones de mexicanas contrajeron matrimonio antes de cumplir 18 años.
Es una gran noticia porque el artículo 148 del Código Civil Federal aún permite el matrimonio desde los 14 años en el caso de las adolescentes y 16 para los adolescentes, contraviniendo la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, expedida por el Congreso en diciembre de 2014.
Es una gran noticia porque México es el octavo país del mundo con mayor número de matrimonios infantiles, con casi un millón trescientos mil casos cada año.
En esa lista de naciones con niñas que truncan sus vidas también figuran India, Bangladesh, Nigeria, Brasil, Etiopia, Pakistán, Indonesia, el Congo y Tanzania.
Es una gran noticia porque de aprobarse en el pleno del Senado esta prohibición, y posteriormente en la Cámara de Diputados, habrá un instrumento legal para emprender una campaña para desincentivar el matrimonio temprano, precoz y forzoso que, en el mundo, anualmente involucra a 15 millones de niñas.
Es una gran noticia porque las estadísticas y los estudios muestran que la mitad de las mujeres casadas antes de los 18 años sufre violencia física.
Todavía hace unos meses, las leyes y normas en Querétaro y Guanajuato permitían las uniones precoces.
Es una gran noticia porque esta reforma permitirá concluir la homologación de todas las normas, actualmente todavía rezagadas en el código civil de Baja California.
Es una gran noticia porque así se cumpliría con la recomendación de la Unicef de establecer los 18 años como edad mínima de matrimonio.
Durante el debate del dictamen, que el próximo martes subirá al pleno del Senado, la senadora Josefina Vázquez Mota (PAN), presidenta de la Comisión de Derechos de la Niñez y una de las proponentes de esta reforma, sostuvo que debe cerrarse cualquier espacio y posibilidad para que exista el matrimonio infantil.
Es una gran noticia este consenso legislativo porque uno de los desafíos que estamos obligados a superar en México es el que la paridad política no se quede en curules y escaños.
Necesitamos, urge, que esa paridad legislativa construya frutos para las mujeres más desprotegidas.
¿De qué sirve un Congreso con igualdad entre los géneros, si afuera, en la vida real, la desigualdad se sigue reproduciendo?
Claro que nos importa que las diputadas y las senadoras abran las puertas del Club de Toby y su ejemplo cotidiana trasmine en todos los espacios donde se toman decisiones, se imparte justicia y se generan los bienes de una sociedad.
Pero los beneficios de la paridad no pueden ni deben quedarse en las élites cuando afuera las inequidades truncan la libertad y el futuro de millones de mujeres.
Peor todavía: cuando esa inequidad se ensaña en niñas y adolescentes que no logran romper el círculo de la pobreza y la supeditación machista.
Y sí la falta de oportunidades educativas es una de las mayores manifestaciones de la desigualdad social y de género entre las mexicanas, lo es todavía más el matrimonio precoz y el embarazo adolescente.