Mujer de mediana edad, talla mediana (desde siempre), clase media desde que dejó la casa de sus padres, de inteligencia promedio y medio confundida la mayor parte del tiempo.
Busca un término medio entre la cordura y las ganas de mandarlo todo a volar y vivir con total desapego, ya agotó los temas de la semana y vuelve a los mismos cuestionamientos de cada año. Ve con nostalgia los años que se fueron pero se niega a declararle a Cronos la guerra del tiempo, no es resignada pero piensa que aferrarse a la juventud es una batalla absurda de la que nadie sale bien librado. Duda que las inyecciones, suplementos y bisturíes le devuelvan el tiempo que ya pasó.
Se pregunta todos los días y buena parte de las noches si ha hecho las cosas bien, si las hubiera podido hacer mejor, qué pasaría si tuviera la oportunidad de empezar de nuevo.
Encuentra en amigas y contemporáneas compañeras de batalla, cómplices pero también detractoras, insiste en no ver al género opuesto como enemigo pero a veces es muy difícil, piensa que si reencarna le gustaría ser un ente mucho menos complicado, tal vez una anémona o una palmera en Acapulco.
Renuncia a despedirse de su zona de confort y la abraza con ternura, la acepta y presume, porque su trabajo le costó llegar a un lugar feliz.
Entiende de conceptos que antes le sonaban bizarros, como el desamor, la retención de líquidos y los métodos para aflojar los nudos en la garganta, no teme a pasar los domingos sola, pero siente un hueco en el estómago solo de pensar que pronto sus hijos volarán del nido, prepara botellas de tequila y pañuelos para cuando esto suceda pero está decidida a no externarlo públicamente, tal vez en casa de su mejor amiga o por fin reconciliándose con su madre.
Señora de mediana edad vislumbra el futuro con gran confusión, no sabe si quiere subirse al barco de la edad adulta, de verdad adulta o recurrir a la mentira escondiéndose entre los amigos de sus hijos para que el tiempo no la advierta.
Mujer talla mediana quiere un día de estos tirar la toalla, comerse todas las hamburguesas a la parrilla y los tacos de carnitas que ha preferido ni siquiera ver, considera la posibilidad de perdonar su metabolismo y abrazar la siguiente talla, pero le falta valor, teme que una nueva imagen decepcione a los demás y no está preparada para aventurarse a ser aceptada sea como sea, ha escuchado y visto demasiadas cosas, ha sido testigo y víctima de rechazos e indiferencias y no sabe si podrá con eso.
Tampoco tiene el valor para soltar las cosas que le duelen, para despedirse, para cerrar ciclos, para empezar de ceros otra vez en el calendario, prefiere dejar la responsabilidad en manos del otro, ya sabe que no es buena para olvidar ni para dar vuelta a la página, las páginas son cada vez más pesadas y ya sabe que quemar las naves no sirve de mucho y que puedes pasar infinitas tardes viendo al horizonte esperando que el barco regrese, como una Penélope eterna tejiendo y destejiendo con tal de no reconocer que algo terminó, aunque de momento no puedas imaginar tu vida sin ese algo, ya no quiere cambios, ya se cansó de saltar al vacío.
Mujer de mediana edad parece valiente y resuelta, habla y pisa fuerte para advertir su presencia, sin embargo por lo menos una vez al día quisiera con toda el alma volver a tener cinco años, la mitad de los dientes y un chicle pegado en la cabeza.
Mujer de mediana edad no busca, espera encontrarse un día, así mágicamente, sin dolor y sin esfuerzo con el personaje que ahora le toca ser y vivir todos los tiempos a la vez, no sentir nostalgia ni miedo, reconocerse sin filtros en el espejo, escuchar su voz madura y no desconocerla, verse en los rostros de sus hijos y no sentirse excluida sino felizmente integrada.