«PUEBLO DEL SOL» “Tomar el año de la mano” - Mujer es Más -

«PUEBLO DEL SOL» “Tomar el año de la mano”

 

¡Qué calor! ¿No opinan lo mismo? Estas altas temperaturas que comienzan a suceder en estos días en la latitud mesoamericana eran las que traían el inicio de un nuevo año para los antiguos nahuas. En la latitud norte el momento cumbre del cambio es hasta el equinoccio de primavera, entre el 20 y el 21 de marzo, cuando comienza el signo del zodiaco que conocemos como Aries, el carnero. Pero entre los antiguos nahuas a este tiempo se le llamaba Cuahuitlehua, que quiere decir “empezar a caminar los árboles, o empezar los árboles a levantarse”, según nos refiere fray Diego Durán en su Historia de las Indias de la Nueva España…

Y si, nos queda claro que los árboles comienzan a andar, a sacar los brotes de las nuevas hojas despertando de su letargo invernal, y las flores estallan con una alegría multicolor. Apenas estuve en Malinalco y los maravillosos tepehuajes se llenaron de hojas y del árbol de Xiloxochitl brotaron sus hermosas flores rosas y blancas como los cabellos de los ángeles. Y qué decir de las jacarandas en la Ciudad de México… son realmente hermosas.

El desuso de los calendarios antiguos nos impide sincronizar nuestra percepción con el ritmo vital de la naturaleza. Y por eso me propongo escribir a partir de esta veintena, cada tres semanas, una breve descripción de los meses del calendario solar del México antiguo para tener los sentidos abiertos a ese movimiento constante de la vida.

La conmemoración de este inicio de cuenta se le llamaba Xiuhtzitzquilo, que quiere decir “tomar el año de la mano.”

El mismo cronista nos explica que xihuitl significa dos cosas: año y ramo. Y que era tradición de antaño salir al campo a tomar hierbas y flores de temporada para conformar un ramo como ritual de inicio. De la belleza y fragancia de sus ramas vendrían buenos augurios en el tiempo por venir. Y quizás cada persona tenía sus preferencias: podían incluir dieciocho ramas para simbolizar las dieciocho veintenas; o bien recolectar veinte flores para representar los veinte signos de cada veintena. O hacer un gran ramo con los doscientos sesenta días de la cuenta esotérica o hasta de trescientas sesenta flores para cada día del año solar. Estos ramos se llevaban al templo del barrio.

En base al paso del sol a la vista de los antiguos mexicanos se crearon y fundaron rituales y ciudades con un sentido místico y una orientación particular que permitieron la devoción al astro potente y luminoso. Fue de esa religiosidad en torno al sol que Alfonso Caso nos bautizó como Pueblo del sol, y de su idea nace el nombre de esta columna, en un intento por reconectarnos a través del pensamiento con lo sagrado ancestral de nuestra cultura.

A esta temporada también se le llamaba atl motzacuaya que significa “atajar el agua”. Y se refiere a esos súbitos chubascos que ocurren en estos días y que nos desconciertan, pues al poderoso calor le sobreviene un nubarrón que riega con lluvia la faz de la tierra en pocos minutos.

Finalmente se acostumbraba a hacer una ceremonia justo después de dejar los ramos en el templo muy temprano por la mañana. En ayunas, papás y mamás de hijos pequeños solían estirarles con sus dedos las extremidades a sus criaturas para que crecieran bien durante ese nuevo año.

Así que les propongo, queridos lectores, que busquemos reconectar con el tiempo antiguo para que podamos sincronizar nuestro devenir con la voluntad de las divinidades que siguen jugando con nuestro destino, aunque no lo sepamos.

¡Y que cada quien tome de la mano y encamine al año para que sea provechoso!

 

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