El próximo viernes es el día internacional de la mujer, fecha emblemática, de reconocimiento y valoración para las mujeres, no es festejo, ni fiesta, no se celebra; solo se conmemora.
Conmemorar, significa hacer memoria, que no se nos olvide lo difícil que ha sido y que aún sigue siendo ser mujer en un mundo con amplias desigualdades.
En 1975 la ONU determinó institucionalizar este día para recordar la lucha de las mujeres para participar en igualdad de oportunidades, de forma equitativa y con posibilidades de desarrollo frente a las de los hombres.
Desde hace 44 años que se conmemora un día para las mujeres del mundo, las mejoras han sido graduales, los beneficios y prerrogativas a favor del género femenino muchas veces han sido a fuerza de resoluciones judiciales, sin embargo actualmente la lucha se ha centrado en evitar que se violente a las mujeres por el hecho de serlo.
Las mujeres cada día libran batallas, en casa, en el trabajo, por llegar sanas y salvas, en los hospitales, escuelas, en la función pública y también en política.
Particularmente en la vida pública, haciendo política en el último año las mujeres han dado una gran batalla, algunas no lo lograron en el proceso electoral pasado, la violencia no solo acabó con sus aspiraciones a un cargo de elección popular, sino que les impidió seguir viviendo.
Otras tantas, si llegaron al día de la elección pero horas antes de poder tomar protesta al cargo por el cual fueron legítimamente electas, les fue impedido a través de amenazas, que a una de ellas la obligaron a dejar de vivir en nuestro país.
Algunas otras lucharon en los tribunales electorales para demostrar que en los procesos electorales en los que participaron vivieron violencia política y violencia política de género.
En este último tema centro la discusión justo en el marco del día internacional de las mujeres, pues considero importantísimo señalar que aún y cuando se demuestre la existencia de violencia política en contra de las mujeres en razón de su género, ello no es suficiente para modificar el resultado de una elección, ya que, como quedó demostrado con resoluciones del máximo tribunal electoral del país a pesar de acreditar la existencia de violencia en contra de una candidata se confirmaron los resultados de la elección al no existir determinancia en los resultados de la votación.
En efecto, los votos emitidos por la ciudadanía no pueden ser anulados sin causas justificadas, precisamente las que establece la ley, sin embargo los que si deben ser motivo de análisis son los hechos denunciados de violencia política en contra de las mujeres, ya que de visibilizarlos desde esa perspectiva impediría que una sentencia razonara que, por un lado quedó debidamente acreditada la violencia de género por el hecho de ser mujer, pero que ello no influyó en los resultados de la elección, es decir que no se comprobó que los hechos violentos contra una candidata afectaran la determinación de los votantes.
Esto es, en una elección puede existir violencia política contra las mujeres en razón de su género, pero ello no es suficiente cuantitativamente, para anular la elección, porque entre otras cuestiones no se puede acreditar que quien llevó a cabo los hechos violentos o de denostación fue el contrincante o la militancia del partido que lo postula.
En la sentencia de Sala Superior que resolvió confirmar los resultados de una elección de alcaldía de la CDMX, se tiene por acreditada la violencia en contra de la candidata, por ser mujer, inclusive se determinó implementar medidas de protección, si es que la otrora candidata las aceptaba, todo ello a “toro pasado”.
La conclusión de dicha sentencia es que tanto la violencia política como la violencia política de género deben sancionarse, pero no con anular la elección, porque no se acreditó que el voto fue influenciado por los hechos de violencia.
Regresamos entonces al tema de la determinancia cuantitativa, si bien los votos cuentan y son los que permiten tener un triunfador en una contienda electoral, lo cierto es que se debe analizar la forma en que se califican los mensajes dirigidos al electorado, pues la denostación, calumnia, descalificación y agresiones hacia las mujeres candidatas si permean en el ánimo del votante, pues como pasó en Coyoacán, se puso en tela de juicio la capacidad de gobernar de la candidata.
Por ello y muchos casos más en la vida cotidiana de las mujeres es que, a lo que se conmemora el 8 de marzo aún le falta más justicia, inclusión y equidad.