El olor de la carne humana calcinada es inconfundible e inolvidable; hace muchos años tuve la horrorosa ocasión de constatarlo. El recuerdo me envolvió este fin de semana con los huachicoleros inmolados. En el decálogo del horror, los expertos dicen que una de las muertes más dolorosas es esa: morir quemado.
Lamentablemente, este holocausto ciudadano en el estado de Hidalgo viene a demostrar que sí, que es una prioridad urgente, reforzar en la gente, en el pueblo, en la raza, valores morales y principios éticos, como lo pide AMLO a cada rato y de lo cual sus detractores se pitorrean. Es decir, este tipo de sucesos dantescos le dan contexto a la “Cartilla Moral” que anda en boga y que tanta burlas motiva.
Hubo niños y mujeres entre los muertos de este fin de semana, sí, pero estaban ahí participando de un robo colectivo, de un desfalco a los bienes de la Nación, justo cuando la opinión pública lleva semanas lamentándose del desabasto y el huachicoleo. No podían llamarse ignorantes del delito que cometían.
Aún no se le imputa delito alguno al mentado general Trawitz, exjefe de escoltas de Peña Nieto y supuesto huachicolero de cuello blanco (señalamientos, por cierto, que violan el debido proceso pues no se han presentado pruebas y ya lo enviaron a la hoguera social) pero en dado caso, ¿qué diferencia habría entre este imputado de alto nivel y esas centenas de ciudadanos hidalguenses, que entre risotadas y cotorreo llenaban sus bidones con combustible mal habido?
Siempre he creído y sigo sosteniendo, que una de las mayores contribuciones del movimiento obradorista es haber puesto a la corrupción en el centro del debate público, como el origen fundamental de nuestras calamidades. Era el gran elefante en medio de la sala, que nadie quería ver.
Hoy con esta matanza de huachicoleros, podemos entender que la corrupción, efectivamente, está carcomiendo a la Nación, y que no sólo va de arriba hacia abajo ni es privativa del PRI o del PAN sino que dolorosamente se extiende por toda la sociedad.
También coincido con AMLO en el sentido de que el pueblo mexicano tiene una gran reserva moral y que tenemos valores que nos distinguen, pero de eso a que no se necesiten leyes, policías, ni medidas de contención, hay un abismo. Somos tantos millones de ciudadanos y estamos inmersos en un hábitat tan descompuesto, que hoy más que nunca necesitamos refundarnos moralmente pero además, implementar medidas de prevención, contención y disuasión.
Ya lo decía Mc Gregor con su teoría XY del Ser Humano: hay quienes responden a impulsos positivos pero hay otros que sólo entienden a la mala. El pueblo no es sabio ni tonto, es sólo pueblo.
Una última pregunta: ¿Cómo fue que AMLO se transportó al sitio de la tragedia? ¿Vía terrestre en un Jetta a toda velocidad, o por medio de algún helicóptero de la Fuerza Aérea? La realidad comienza a demostrar que no toda la parafernalia de la Presidencia era prescindible. Las emergencias como ésta, demuestran porqué es necesaria una flotilla de aeronaves para transportar con seguridad al Ejecutivo y a sus principales colaboradores.
@rodriguezrraul