La vida pública de México tiene a partir de hoy un nuevo referente en la figura de Andrés Manuel López Obrador. Será el que le ponga un rostro, el suyo, a los actos de gobierno.
Quedarán atrás las estructuras y el pensamiento que definían nuestra política en función de perseguir una serie de ideales abstractos que suponían un camino hacia un mejor estado de las cosas. Muchas discusiones en las que el meollo era deshumanizar las instituciones de gobierno para asegurarnos que quien llegara a ocuparlas no pudiera torcerlas a su favor. Y que demostraron su ineficiencia con los ejemplos de escandalosa corrupción.
Ahora la confianza se construye en torno a la persona de Andrés Manuel López Obrador. No importa si sus proyectos e iniciativas cumplen con la claridad conceptual que la sociedad civil ha demandado de los últimos gobiernos: no sabemos si la Guardia Nacional es buena idea, si la cancelación del Aeropuerto de Texcoco y el Tren Maya son decisiones correctas sustentadas en criterios analíticos económicos acertados, pero todo eso ya no importa. Ahora todo es personal. ¿Se confía o no en el Presidente? ¿En su historia personal, en su trayectoria política que le ha forjado un carácter y una visión de México? Se le ve sonriente, confiado, convencido de que sabrá manejar el timón del Estado. Y nos invita a participar de esa confianza para construir el futuro.
¿Cómo lograr esta transformación? Regresando a los temas básicos del ser humano: resolver las necesidades primarias y asegurar que todos los mexicanos tengamos los mínimos de bienestar y que compartamos valores comunes. Que la clase dirigente y privilegiada se asome al resto del pueblo y vea que hay personas con rostros que quieren forjar su propia historia con oportunidades. Que no hay “ninis”, sino Luis, Francisco, Mónica, Mercedes, chavos que quieren aprender cosas que les permitan imaginar un futuro para ellos. Que los viejos con su pensión aumentada sientan que contribuyen al bienestar de su pequeño núcleo familiar. Y que vale la pena colocar el dinero público en estas garantías y no solo en aquellas inversiones que dejan tranquilos a los supremos “mercados.”
El Presidente nos ha prometido que cuidará de la seguridad como tema prioritario desde temprano con todos sus responsables. Que darán la cara por sus acciones. Y que el gabinete actuará inspirado en él, en su manera de asumir de manera personal los desafíos del gobierno.
Veo que el tiempo de los debates conceptuales ha terminado. Ahora nos preguntaremos si Andrés Manuel, si Olga, si Rocío, si Paco están haciendo bien o no las cosas. ¿Cuál es el marco de referencia para poder decodificar e interpretar la nueva realidad? Aquel que ponga a la persona y su circunstancia por sobre cualquier otra idea. La gente votó para volver a darle a la vida pública un rostro con el cual identificarse. Desde las entrañas de la tierra y con el eco de los murmullos en el tiempo de nuestra historia ahora resuenan las palabra sagradas: “México soy yo”.