NTX / Ciudad del Vaticano.- Un grupo de mujeres que sufrieron abusos sexuales y de poder en comunidades religiosas católicas denunciaron públicamente una cultura del silencio en la Iglesia que ha perpetuado este flagelo.
“No es un fracaso moral el abuso. Tenemos que romper el silencio, sólo en la verdad destruiremos la cadena de poder, por eso tenemos que ser mujeres de verdad”, advirtió Rocío Figueroa Alvear, durante una conferencia organizada aquí por la plataforma internacional “Voices of faith” (Voces de la fe).
“Rompiendo el silencio. Las voces de las mujeres en la crisis de los abusos”, fue el título del encuentro que tuvo lugar en la histórica Biblioteca Angélica de la capital italiana.
Figueroa, llegó a dirigir la oficina dedicada a la mujer en el Pontificio Consejo para los Laicos del Vaticano pero debió renunciar cuando descubrió los abusos cometidos por el fundador de su comunidad: el Sodalicio de Vida Cristiana.
Gracias a ella salieron a la luz los abusos de Luis Fernando Figari y de otros tres perpetradores, todos líderes encumbrados de la organización, entre ellos Germán Doig, el vicario general que abusó de ella en su juventud.
“En el Sodalicio llegamos a identificar a cuatro perpetradores, todos ellos entre los líderes de la comunidad, se confirmaron 77 víctimas y se pagaron cuatro millones de dólares en reparaciones. El fundador apenas ha sido sancionado con una vida de oración y penitencia, reside en Roma mientras en Perú ya le dictaron prisión preventiva”, explicó.
A distancia de años de esas traumáticas experiencias, Figueroa constató: “Es muy difícil ser víctima (de abusos) y ser mujer”.
Esto lo atribuyó al machismo imperante en América Latina y otras latitudes. Mientras a un niño menor de edad se le cree con más facilidad, cuando se habla de los ataques contra mujeres se sugiere que ellas son en cierto modo responsables. Porque “sedujeron” o, incluso, “eran amantes”.
Otra historia desgarradora la contó Doris Wagner, joven teóloga alemana que ingresó a una comunidad religiosa conocida como “La Obra” a los 19 años, donde sufrió abusos de diverso tipo: desde el control mental hasta la agresión sexual.
“Pocos meses después de tomar los votos, un sacerdote de la comunidad entró a mi habitación y me violó. Mientras me desnudaba atine a decirle: ‘No puedes hacerlo’, pero no sirvió de nada. Al otro día pensé que si hablaba de eso me inculparían a mí, así que fui a la capilla y sonreí, como si nada hubiese pasado”, contó.
Luego, otro sacerdote quiso seducirla. Era su confesor. Le dijo que le gustaba, que no se podían casar pero que “encontrarían otras maneras”. Quiso besarla, ella entró en pánico y salió corriendo.
Cuando habló de aquel episodio con su superiora, esta le respondió: “Ya sabes, él tiene una debilidad por las mujeres y nosotros tenemos que aceptarlo como es”. En 2011 dejó la comunidad, y leyendo sobre el tema, llegó a un estudio según el cual el 30 por ciento de las religiosas han sido abusadas.
“Es inconcebible que la Curia Romana, que sabe de todas estas cosas, no ha tomado medidas. Ninguno reacciona, ninguno habla. No existe un organismo independiente al cual acudir cuando el derecho canónico es violado”, insistió.
Otras mujeres destacadas participaron en una mesa redonda, en la segunda parte de la conferencia organizada por Voices of faith. Entre ellas Mary Hallay-Witte, directora de la Oficina de Protección a los Niños de Irlanda.
Sostuvo que cada víctima tiene el derecho a ser ayudada para no ser “revictimizada”, por eso “no sancionar a los culpables es también una violencia”. “Al Papa le pediría que escuche a los sobrevivientes, sólo a través de ellos se puede comprender a las víctimas”, ponderó.
A su tiempo Virginia Saldanha, secretaria del Foro de Mujeres Teólogas de la India, aseguró que los abusos contra las mujeres consagradas se encuentran extendidos en varias regiones de su país.
“No se trata de inventar algo, porque los abusos no se pueden inventar. La cultura del abuso contra las mujeres no se inventa, existen muchos testimonios al respecto. Todos somos responsables ante Dios, no debemos tolerar que las estructuras de poder protejan a los perpetradores”, dijo.
Doris Wagner lanzó un mensaje a quienes han sufrido ataques y se cuestionan el por qué: “A las mujeres que están en nuestra misma condición les decimos: estamos todas con ustedes, no están solas. Recuerden que son preciosas, no merecieron este tipo de vida, no es esto lo que Dios quiere para ustedes”.
“Dios las quiere libres, que desarrollen sus talentos. Por eso hablen, denuncien, busquen con quien compartir sus historias. No les crean a aquellos que pretenden hacer pasar los abusos por el voto de obediencia o el seguimiento del Cristo crucificado”, estableció.