Hoy como nunca resultan imprescindibles para cualquier reportero, o que se jacte de ello, las reflexiones del periodista estadounidense Bob Woodward en una entrevista con el periódico El país. Este reportero-leyenda junto con Carl Bernstein fue quien reveló el escándalo de Watergate que provocó la renuncia del presidente Richard Nixon y que le ha concedido infinidad de reconocimientos. Un reportero, como decimos algunos, todo-terreno o de a pie.
Woodward es ese reportero que no se cansa de buscar información por donde sea posible: cruzarla, confirmarla y revelarla. Ese reportero que no se amedrenta ante el poderoso, aunque se trate del mismísimo presidente en turno. Por eso, las palabras de Woodward cobran especial relevancia en tiempos de redes sociales e intentos de regresión autoritaria.
Woodward le dijo a Amanda Mars en referencia al affair prensa-Trump que los periodistas estadounidenses han mordido el anzuelo porque lo que quiere el presidente es combate, y ahí están los reporteros de a pechito. Hay que recordar el caso reciente del periodista de la CNN Jim Acosta que, gracias a la decisión de un Juez, podrá regresar a la Casa Blanca a las ruedas de prensa de las que había sido sacado por parte de Trump, tras los cuestionamientos que hiciera contra el mandatario. Le tuvieron que regresar la acreditación a Acosta, pero Trump volvió a la arena de combate al decir que una de las cosas que harán ahora, es apagar la cámara que enfoca a los reporteros en las conferencias de prensa. Es decir, en cuanto haya preguntas incómodas o algún altercado con el mandatario, simplemente los “editarán” de las transmisiones en vivo.
Es aquí donde viene un invaluable consejo de Woodward para evitar caer en el anzuelo: “ignórale, haz tu trabajo, averigua lo que está pasando, ponlo en un libro que se lo cuente a la gente”. En pocas palabras, los reporteros debemos dejar de engancharnos en pleitos mediáticos y absurdos y mejor ponernos a trabajar, en tratar de explicar muchas cosas que la gente quiere oír o entender. Porque a juicio de Woodward “la guerra entre el presidente y la prensa solo beneficia al presidente, deberíamos ser fríos con eso”. Duro y a las cabezas, como diría Ivonne Melgar.
Woodward recordó también que en los 70 a él y a Bernstein los llamaron difamadores y los atacaron por todos lados y mientras eso sucedía, ellos en lugar de subirse al ring, decidieron continuar con la investigación a fondo.
Recomienda también, sí, dar seguimiento a las redes sociales sobre todo cuando el presidente las usa para tirar dardos, pero concentrar la mayor energía en hacer un periodismo que siga la nota y sea capaz de generar confianza. Primero, dice, hay que recuperar la calma y hacer investigaciones exhaustivas.
Ya sabemos de “enemigos del pueblo”, “camajanes”, “prensa fifí” y demás chulerías dirigidas a los periodistas. Seguramente es la tendencia de los “nuevos” tiempos. Pero como diría Woodward, primero calma –agregaría que funcionan las respiraciones de yoga- y después a darle duro al reporteo, a la calle, a la tecla, al micrófono y seguir con este oficio que apasiona y que siempre ha sido demasiado frágil. No estamos para congraciarnos con nadie y menos con el poder en turno. El periodismo requiere de una auténtica vocación como la de un médico o maestro. En nuestro caso, informar a la gente y ayudarla a entender lo que pasa.