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«COLUMNA INVITADA»: Las crisis partidistas

 

De acuerdo con la Constitución Federal los partidos políticos son entidades de interés público, eso significa que su existencia tiene la finalidad de promover la participación política de la ciudadanía.

Hasta la reforma constitucional de 2012, los partidos políticos eran la única forma en la que la ciudadanía podía acceder a la representación popular, es decir, solo a través de una candidatura postulada por un instituto es que las personas podían ser candidatas y alcanzar un cargo de elección popular.

Los partidos políticos se integran con personas en lo individual, es motivo de sanción la participación corporativa, dentro de sus estatutos se debe establecer la forma de afiliación libre e individual.

Las fuerzas políticas nacionales debidamente integradas tienen el derecho de participar en las elecciones estatales, municipales y federales, bajo sus logos y de acuerdo a la ley podrán formar coaliciones electorales y de gobierno.

Esto último, las coaliciones han provocado heridas de muerte en varios institutos políticos. Hoy día vemos las muestras de la resaca electoral de julio pasado.

Las distintas ideologías de los partidos políticos se diluyeron, al igual que los discursos que permitían ubicar a cada fuerza política en un extremo u otro. La izquierda se corrió a la extrema derecha, o viceversa, el centro perdió brújula, se desdibujó proponiendo una candidatura ciudadana y se coló un movimiento que carece de estructura para considerarse partido político.

El escenario político que se configuró desde finales del año pasado con la firma de los convenios de coalición fue resultado de determinaciones cupulares de las dirigencias nacionales de los distintos partidos, poco les importó la opinión de la militancia, esa la de a pie, la que sale a votar, la que da o quita los triunfos.

Las crisis que viven los partidos políticos actualmente eran de esperarse, hubo muchos militantes y simpatizantes que se sintieron traicionados porque ellos jamás hubiesen votado por tal o cual partido que ahora encabezaba la propuesta electoral por la que debían emitir el sufragio: ¿cómo votar por aquella persona que en otro momento hizo algo muy malo contra su partido?

Se les hizo fácil decidir por todas aquellas personas que integran el padrón de afiliados, pensaron que no pasaba nada si juntaban los logos de sus partidos en un mismo proyecto, determinaron que todos cabían, pero no, esa militancia no consultada castigó y lo hizo de forma contundente. Y está bien, los partidos se conforman con ciudadanía que tiene derecho a decidir qué quiere y qué no.

Hoy día tenemos al partido histórico, el PRI, ese que se quiere situar en un centro que ideológicamente no existe, intentando hasta cambiar el nombre y quizá colores para quitarse el estigma de tantos años de gobiernos cuestionados, de corrupción y riquezas desmedidas.

La semana pasada el PAN eligió su dirigente nacional, desde la lona después de una desventurada coalición con su oponente natural, su ejercicio democrático de renovación dejó el sabor de la compra de votos y actos cupulares, así lo denunció uno de los contendientes. Habrá que ver si este partido político supera el nacimiento de un nuevo partido, que seguramente tendrá la línea ideológica de lo que fue Acción Nacional hace un par de décadas.

En ese sentido, el PRD no superó el nacimiento de MORENA, y el día de ayer, domingo, la Revolución Democrática solo alcanzó para organizar un congreso nacional donde se repartieron lo poquito que queda de 30 años de lucha, otra vez, decisiones de solo unos cuantos, la militancia en eso no opina.

Acciones como estás permitieron que millones de ciudadanos buscaran una opción que no tuviera los colores de estos partidos que consideraron no les representaba, solo queda en la reflexión que las fuerzas políticas se integran con personas y las decisiones deben ser tomando en cuenta la opinión de aquellos que libremente decidieron participar en ellos.

El análisis debe ser profundo, los partidos políticos reciben muchos millones de pesos para su funcionamiento, entonces, están obligados a cumplir la función que legalmente les corresponde: ser entidades de interés público y lograr que la ciudadanía esté debidamente representada en la integración de la representación pública

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