La miseria y el terror los arrastró a una arriesgada odisea, buscar una mejor condición de vida en los Estados Unidos.
Para alcanzar ese intento, tenían que cruzar primero la frontera con México y recorrer por lo menos dos mil kilómetros.
Se reunieron en San Pedro Sula, Honduras, el 13 de octubre, para arrancar la #CaravanaMigrante.
Son personas que huyen de la violencia y la pobreza. De la desesperación y la impotencia, de ver morir de hambre o asesinados a los suyos. Por eso se sumaron a la convocatoria y salieron, solo con lo que traían puesto.
La cifra, según la ONU, es de 7 mil indocumentados no solo de Honduras, se les unieron de Guatemala, Nicaragua y el Salvador.
Es imposible no conmoverse con las imágenes o con las historias. Familias completas, se han contabilizado más de mil 500 niños, que recorren interminables y sinuosos caminos. Apenas llevan 12 días y muchos ya van enfermos, les han tocado calores infernales, lluvia, frío y lo que falta. O hasta donde aguanten. Ya murió uno de los migrantes luego de caer de un camión.
Ellos saben, que no son bienvenidos a donde pretenden llegar. Saben que Trump no los quiere y que les cerrará las puertas porque ya les dijo que la mayoría de ellos son criminales y que hay emergencia nacional ante su “posible” llegada.
Poco o nada les importa esto. Es más, ni siquiera les importa que ese agresivo rechazo sea una perversa estrategia política de Donald Trump, con la complicidad de quienes le siguen el juego.
El 6 de noviembre habrá elecciones legislativas en Estados Unidos y el presidente Trump ha capitalizado la desgracia de los centroamericanos, en momentos en que su partido, el republicano, está en riesgo de perder el control del Congreso Federal.
Su mensaje de odio hacia los migrantes y su cruel estrategia electoral, le han funcionado.
Según una encuesta del Washington Post, hace dos meses, el nivel de aprobación de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos era de 40 por ciento. Mientras que en otra encuesta hecha recientemente por la NBC y The Wall Street Journal, la aprobación aumentó a 47 por ciento. Los más racistas y xenófobos que aplauden las ruindades de su presidente.
En las últimas horas se han publicado videos donde “presuntamente” los migrantes reciben dinero por participar en la caravana. Es muy probable que así sea. O tal vez hasta una planeada provocación. No está muy claro. Sin embargo, lo que sí es evidente, es que sus necesidades son alarmantes, al grado de arriesgar sus vidas. Total, en su país no tienen nada.
El problema es complejo. Pero es imposible no tenderles la mano, aunque hayan entrado a México por la fuerza, violentando la ley. Así lo hacen millones de mexicanos en Estados Unidos y cuánto nos indignamos por todo lo que sufren para lograr esa “pesadilla americana”.
Lo hacen por la misma razón, buscan en otro lugar lo que en su país se les ha negado.
Por eso cuesta trabajo entender la actitud antiinmigrante expresada de manera grotesca en las redes sociales, con tanto odio y racismo. ¿De verdad, así somos los mexicanos? No sé usted, pero yo creo que no.
El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ya ofreció visa laboral para migrantes centroamericanos a partir del uno de diciembre.
Ojalá y después de esa humanitaria medida, impulse una política migratoria que acabe con el infierno que padecen los migrantes cuando cruzan por México, donde son secuestrados, vejados, violentados, e incluso asesinados, antes de llegar a los Estados Unidos.