Beatriz Gutiérrez, con justificada razón lanzó la etiqueta #ConLosNiñosNo… Pero quedó en deuda cuando salió única y exclusivamente en defensa de un niño, el suyo. Aunque a muchas personas no les acaba de cuajar el diputado federal Sergio Mayer, desde mi personal punto de vista, posicionó mejor. “Total compromiso y apoyo absoluto”.
Salvaguardar el interés superior de la niñez ante todo #ConLosNiñosNo”. Y tiene razón este legislador, al referirse al “interés superior de la niñez”. Por ciento, Mayer Bretón ha llevado a cabo una interesante labor –poco conocida- contra la violencia hacia las niñas, niños y adolescentes.
Es urgente sumar voces en defensa de un sector desprotegido e invisibilizado. Los niños, niñas, adolescentes de este país tienen derecho al “buen trato”, sin embargo, en un número significativo tienen poco tiempo para ser felices; se encuentran agobiados por responsabilidades y necesidades. Más de 2 millones se encuentran en pobreza alimentaria crónica.
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas del Sistema Nacional de Seguridad, dio cuenta de que de 2012 a abril de 2018, al menos 6 mil 614 niñas, niños y adolescentes son reportados como desaparecidos; de este número, 3 mil 895 casos, o sea 58.9 por ciento son niñas y adolescentes mujeres.
O sea, en el cambiante universo de cifras “oficiales” de desaparecidos, de las 40 mil personas desaparecidas, 6 mil 614 son menores de 18 años.
Hace algunas semanas, el Presidente Ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia, REDIM, Juan Martín Pérez, denunció un escenario similar: por día más de tres niños, niñas y adolescentes son asesinados y cuatro desaparecen.
En el eufemístico lenguaje de autoridades estatales, municipales y federales, se trata de niños, niñas y adolescentes “extraviados”, “perdidos”, “no localizados” y “ausentes”. La gravedad del tema, les impide a los obstinados y obnubilados reconocer que quienes se encuentran en la franja de niñez y adolescencia también son víctimas de la violencia, inseguridad y criminalidad; llamémosles “desaparecidos”, “asesinados”.
Pese a lo dantesco, a lo dramático de la narrativa, reconocer que existe, nos debe llevar a la acción, a exigir a las autoridades salientes y entrantes el cumplimiento de su obligación: garantizar el “interés superior de la niñez y la adolescencia”.
La CNDH, la semana anterior, hizo un llamado a las autoridades de los tres niveles a velar por el respeto a los derechos reconocidos por la Constitución, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y los tratados internacionales de derechos humanos de los que México es firmante.
El documento Violencia, Niñez y Crimen Organizado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH-, es contundente: en América Latina el sector integrado por niñas, niños y adolescentes de poblaciones o barrios pobres, es visto como “peligro potencial”. La realidad es mucho, pero mucho muy compleja. Aunque aún no puedan ejercer sus derechos político electorales, son personas con derechos humanos; enfrentan panoramas inciertos; falta de oportunidades; son víctimas de violencia, desaparición y asesinato.
Pero también son personas en riesgo de ser cooptadas, utilizadas por el crimen organizado. Las estructuras de estas organizaciones criminales son jerárquicas con normas de disciplina estrictas de las que con frecuencia son víctimas.
Los niños, niñas, adolescentes son usados y abusados. Los adultos criminales, les consideran piezas prescindibles e intercambiables, el último eslabón de la cadena, y usualmente les encargan actividades de riesgo.
Las niñas, los niños y adolescentes en México y el resto de América son víctimas de la violencia e inseguridad; son desaparecidos y asesinados por bandas del crimen organizado. Delincuentes que obtienen ganancias con este sector por tráfico de personas con fines de explotación laboral, sexual, pornografía infantil; que les obligan a participar en la producción, distribución, tráfico, trasiego y venta de drogas; que en no pocas ocasiones con mecanismos diversos les obligan a ser parte de sus acciones violentas.
Esto pasa ante la indiferencia, complicidad o aquiescencia de las autoridades que miran en otra dirección cuando deberían garantizar el interés superior de la niñez y la adolescencia.
#ConLosNiñosNo… tampoco con las niñas y adolescentes.