Cuando creímos que ya habíamos escuchamos la historia más horrorosa en este México inmerso en la violencia aparecen nuevas y cada vez con tintes más espeluznantes que rebasan la imaginación de cualquier ser humano. Esta última tiene como escenario Ecatepec, en el Estado de México. Todo indica- según sus confesiones-que una pareja es la autora de al menos 10 asesinatos de mujeres en esa demarcación.
El jueves 7 de octubre la pareja fue detenida mientras la mujer llevaba una carriola. El inofensivo carrito iba cargado con restos humanos. Tras la detención el hombre confesó que habían más cerca de su domicilio. Lo que encontraron los policías dejaría sin aliento a cualquiera: restos humanos en botes de plástico cubiertos por cemento y otros tantos más en un refrigerador. Las autoridades investigan el ADN de mujeres desaparecidas por la zona.
Elementos de la Fiscalía General de justicia del Estado de México los abordaron para cuestionarlos sobre su relación con la desaparición de tres mujeres entre abril, julio y septiembre.
Juan Carlos “N” el presunto feminicida declaró ante las autoridades del penal de Chiconautla, que mató a al menos 10 mujeres. Reveló también que los huesos de sus víctimas los vendía. Según exámenes psiquiátricos realizados por la Fiscalía del Estado de México, Juan Carlos “N” presenta un trastorno mental de tipo psicótico y un trastorno de personalidad; y Patricia “N”, tiene un retraso mental y delirio inducido adquirido, pero que ambos pueden distinguir entre el bien y el mal. ¿Qué será para ellos el mal?
Los presuntos feminicidas vivían en un departamento rentado en una vecindad de la Colonia Jardines de Morelos. Como sucede en este tipo de historias macabras, los vecinos aseguraron que era una pareja “normal”. Ambos tienen tres hijos dos niñas y un bebé.
Datos revelados a Milenio indican que el presunto multihomicida aceptó cometer los crímenes por odio a las mujeres. Las mataba, para después abusar sexualmente de ellas y finalmente las descuartizaba.
Patricia N, explicó que su función era crear confianza con las víctimas, para después llevarlas al domicilio con el pretexto de venderles ropa.
Desde abril se supo de las desapariciones de tres mujeres, Samantha, Nancy y Evelyn ocurridas desde abril de este año. Las tres tenían el mismo perfil: jóvenes y madres solteras que buscaban trabajo. Patricia “N” las enganchaba prometiéndoles venderles ropa de paca. Como siempre ocurre, fueron los propios familiares de las mujeres desaparecidas quienes comenzaron a realizar las investigaciones por su cuenta y esto permitió actuar a las autoridades.
No es casual que el Estado de México y en específico Ecatepec, ocupe el primer lugar en feminicidios en México. Municipios aledaños a la CDMX con alta población y marginación social. Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a junio de este año se registraron 36 homicidios, al igual que Veracruz.
La terrible historia de estos presuntos feminicidios apenas podría estar iniciando. Datos del periódico El Universal dicen que el presunto multihomicida confesó al menos 20 asesinatos. Y lo que es peor, que comenzó esta infame carnicería desde el 2012. Es decir, transcurrieron seis años de desapariciones de mujeres sin que nadie hiciera nada. Seis años de impunidad que le permitieron a esa pareja mancillar y destazar a personas inocentes. ¿Qué pasó con la Alerta de género? Tuvo que ser la movilización de tres madres que no se permitieron quedar con los brazos cruzados para llevar a las autoridades a las pistas. Tal vez sin la desesperación por encontrar a sus hijas no hubiera sido posible detener a las criminales.
Hay una frase durísima que la escritora colombiana Laura Restrepo escribió en su último libro Los divinos, a propósito del feminicidio de una niña indígena por parte de unos juniors que cimbró y movilizó a la sociedad de su país: “Este crimen se impone como un espejo y el monstruo que allí se refleja tiene la cara del país entero”. Los asesinatos de mujeres en México nos pintan también de cuerpo entero. Una historia de horror comienza a escribirse en Ecatepec.