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«CUARTO PISO»: Concejales ¿títeres o contrapesos?

 

Aún no sabemos si el relevo de delegados a alcaldes en la Ciudad de México es motivo para celebrar o lamentar.

Por lo pronto, orondos y sonrientes, el 1 de octubre, los 16 alcaldes desfilaron en el recinto legislativo de Donceles para rendir protesta ante el nuevo Congreso de la Ciudad.

Once son de MORENA (Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco) cuatro de la alianza PAN-PRD-MC (Benito Juárez, Coyoacán, Milpa Alta y Venustiano Carranza) y uno del PRI (Cuajimalpa).

Celebraremos, de ser necesario, con mesura, pero con reconocimiento, a quienes ejerzan su nuevo rol, con independencia de los vicios, impunidad, prebendas y compadrazgos, con los que se manejaban las delegaciones en el pasado reciente.

Ellos mismos han reconocido que como alcaldes tendrán facultades para tomar decisiones firmes y libres en beneficio de los ciudadanos. Sin embargo, también tendrán un grupo de 10 concejales de diferentes partidos, que fiscalizarán sus actos. En el papel, aparenta un buen equilibro de poder, pero nos interesa que se refleje en los hechos.

¿Será que con este nuevo formato de gobierno se terminará la corrupción que corría por dentro y por fuera de las delegaciones? Habrá que verlo. MORENA ostenta el 70 por ciento de las alcaldías y con su bandera de la lucha contra la corrupción, infunda esperanza. A ver si es cierto.

La figura de concejales fue creada por el Constituyente, que aprobó la Constitución de la Ciudad de México, para terminar con el poder unipersonal de los delegados.

Con el propósito de lograr un gobierno democrático, el Constituyente visualizó a los concejos como el contrapeso de los alcaldes. Evaluarán y supervisarán las acciones de gobierno, así como el ejercicio del gasto público.

Los concejales cobran relevancia y quizá hasta confianza, porque serán los visores de alcaldes y sobre todo de los que llegan con muy mala reputación.

Ojalá y así sea, aunque desde la elección, en la boleta del candidato a alcalde ya incluía a seis concejales afines en su planilla. Si resultaran títeres del alcalde, entonces solo cuatro concejales tendrían que ser la verdadera balanza.

La promesa es que en tres años, con posibilidad de reelección, los alcaldes tendrán mayor cercanía con los vecinos para resolver todos los problemas que haya en su demarcación. Inseguridad, basura, agua, alumbrado, baches, movilidad, edificios dañados, por mencionar algunos.

Porque las alcaldías serán autónomas en el manejo de sus recursos y tendrán atribuciones en seguridad ciudadana, obra pública, desarrollo urbano, educación, cultura, deportes, servicios públicos, protección del medio ambiente, movilidad, gobierno, vía pública, rendición de cuentas, participación social, es decir prácticamente en todo.

¿Será que ahora sí llegaremos a ser la ciudad vanguardista que tanto presumían hace unos años?

Está por verse, mientras tanto, los ciudadanos no podemos cruzarnos de brazos, debemos ser más exigentes, pero también más participativos.

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