«DOLCE ÁLTER EGO»: Cosechando la vida…. - Mujer es Más -

«DOLCE ÁLTER EGO»: Cosechando la vida….

 

El equinoccio de otoño es un fenómeno celebrado por muchas culturas diferentes, desde la antigüedad. Los japoneses, por ejemplo, cuentan un ritual llamado Tsukimi o “Contemplación de la luna” con el cual dan la bienvenida a la estación observando la belleza de la luna de octubre al tiempo que ofrendan pastelitos de arroz (mochi) y alimentos de temporada a la “Diosa de la luna”.

Este domingo 23, los que vivimos en el hemisferio norte, daremos la bienvenida a la estación más romántica del año, con tardes doradas y largas noches.

Es una temporada hermosa, llena de colores cálidos y con un clima ideal para para elaborar y disfrutar de platillos más elaborados y calóricos. Antiguamente, también era el tiempo de preservar alimentos para los meses más fríos. De hecho, gran parte de la tradicional y más reconocida pastelería austriaca surge debido a la necesidad de ingerir más calorías durante los meses fríos. Pensemos en el clásico “Strudel” con sus láminas de hojaldre rebozadas de azúcar glass y relleno con trocitos almibarados de manzana. Un postre muy confortable para las tardes otoñales.

Esta es la estación que más me inspira a hornear, compartir y consentir. De mi cocina salen antojos como tarta de manzana, muffin de calabaza, pan de higo, ensalada tibia de pera con queso azul y quiche de hongos con romero.

Aunque también me parece la más nostálgica de las estaciones. Creo que algunas de sus señales, como las hojas secas, nos obligan a poner en la balanza nuestra propia cosecha anual, reflexionando acerca de lo logrado durante el año. ¿Qué meta u objetivo sí cumplimos? ¿Qué dejamos de hacer?

Cuando llega el otoño sin duda ha comenzado la cuenta regresiva…  el tiempo de apreciar la cosecha interior y agradecer.

Todavía quedan unos meses para enmendar y compartir con los nuestros a través de la mesa, incluso sin tener que cocinar.

Bastará con ofrecer una tabla con peras, manzanas, higos, granadas, uvas y quesos suaves o maduros para decir “gracias por la cosecha de tu amistad” sin tener que pronunciar una palabra.

Feliz arribo del otoño.

 

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