Hasta hace unos 10 años entrar a un estudio de televisión era encontrarse –dependiendo del número de secciones- con un juego de cámaras, camarógrafos, asistentes, jefe de piso, operador de telepromter… Y en la cabina, comandados por un productor y director de cámaras, otro buen número de técnicos haciendo posible la grabación o transmisión en vivo del programa. Con la introducción de las cámaras robóticas se fue reduciendo la participación humana en un estudio.
Hace poco fui a una empresa que realiza programas vía internet en vivo o streaming. Cual sería mi sorpresa, encontrarme que una sola persona era capaz de grabar, editar y producir un programa de una hora. Al “aire” la calidad no le pedía mucho a un programa de televisión tradicional. Hasta aquí un pequeño ejemplo de cómo la tecnología es capaz de hacer lo que antes solo era posible con al menos 20 personas.
Traigo a cuento esto que me ha tocado vivir en mi vida como reportera de televisión porque recién he escuchado más sobre el tema de la Cuarta Revolución Industrial, que es la automatización y el uso de la inteligencia artificial a un ritmo cada vez más vertiginoso. Estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la OCDE, estiman que para el 2030 esto podría provocar la pérdida de casi la mitad de los empleos entre sus países miembros. Como ven, no es un asunto menor.
Hace unos días en Argentina se llevó a cabo la reunión de los ministros de trabajo del G20. Ahí, México se sumó a los esfuerzos mundiales para compartir experiencias sobre cómo preparar a los trabajadores con miras al fuerte impacto tecnológico que modificará aún más el marcado laboral. Se hizo énfasis en que haya una mayor coordinación entre escuela y trabajo. Por parte de México, el secretario del trabajo Roberto Campa habló sobre la importancia de promover oportunidades para que las personas readapten y actualicen sus habilidades a lo largo de su vida laboral y puedan aprovechar, con éxito, los cambios. Nada de que el aprendizaje termina con el título.
También hace poco vino a México para presentar su último libro, el periodista Andrés Oppenheimer. Lleva por título Sálvense quien pueda: El futuro del trabajo en la era de la automatización. En entrevista con medios, Oppenheimer dice que sin duda la transición a ese mundo va a ser “traumática” si es que no nos preparamos para enfrentarla.
La Cuarta Revolución Industrial traerá tal vez trabajos menos aburridos, menos cansados, más creativos pero sin preparación, auguran los expertos, podría ser detonante hasta de estallidos sociales. Se requiere pues, de actuar con urgencia. Ya no es un asunto de ciencia ficción. El futuro ya está aquí. Hasta ahora el crecimiento exponencial de la tecnología y su impacto en el empleo no lo he visto planteado aún entre los temas del próximo gobierno. Ya les expuse un ejemplo de cómo la tecnología está impactando en la fuerza laboral de la televisión. ¡Aguas!