Este 17 de septiembre, con la instalación del Congreso de la Ciudad de México se termina la existencia del órgano de gobierno con facultades legislativas para el Distrito Federal, es decir la Asamblea Legislativa, así quedó establecido por el Constituyente en el artículo décimo primero transitorio de la Constitución Local.
Su antecedente inmediato fue la Asamblea de Representantes, que nació en 1987, cuando esta Ciudad al ser la sede de los poderes federales, no existían poderes locales y cuya función era emitir bandos, ordenanzas y reglamentos de policía y buen gobierno, al ser un órgano de representación ciudadana.
Luego, con la reforma política del Distrito Federal en 1993 la Asamblea de Representantes pasó a ser Legislativa y dejó de emitir reglamentos para configurar la legislación local.
Con la modificación del artículo 122 de la Constitución Federal en 1996, se denominó Asamblea Legislativa y dejó de tener representantes para por primera vez integrarse con diputados locales, aún sin ser un congreso.
Es hasta el Constituyente de 2016, con la creación de la Constitución Política de la Ciudad de México que, formalmente se crea el Congreso de la Ciudad de México, el cual se integrará de igual forma que la Asamblea, con 66 diputaciones electas por los principios de mayoría relativa y representación proporcional, así mismo será paritario por primera vez, 33 mujeres y 33 hombres, por ahora sin ninguna participación proveniente de candidatura sin partido.
Dentro de sus artículos transitorios quedó establecido que el 17 de septiembre se instalaría el primer Congreso, por ello, en esta fecha se extingue de forma definitiva la Asamblea Legislativa, el órgano legislativo de lo que fue el Distrito Federal.
Desde 1987 con la Asamblea de Representantes, luego Legislativa sus integrantes han sido elegidos por el voto popular, como ocurre actualmente con el Congreso de la CDMX. Eso ha dotado de legitimidad a los legisladores.
Dejar atrás a la Asamblea Legislativa es en nombre pues ya se había convertido en el órgano encargado de legislar y lo seguirá haciendo, pero en esencia es materialmente el poder legislativo de la entidad federativa en que se ha convertido la ciudad.
El gran reto del nuevo Congreso será dejar atrás las malas prácticas en que ha estado inmiscuida la Asamblea Legislativa, el tema de los sindicatos y los nombramientos que se convierten en verdaderos cotos de poder.
Como en los mejores años del PRD al frente del antes Distrito Federal, ahora es MORENA quien cuenta con el mayor número de integrantes en las diputaciones locales, teniendo la oportunidad de mejorar lo que criticó y fue bandera electoral.
Decirle adiós a la Asamblea Legislativa, es dejar atrás lo que no permita que esta Ciudad siga siendo la más progresista del país, eliminar los vicios como un nuevo poder local es una buena forma de decirle adiós al órgano legislativo que históricamente se instaló en Donceles y de dar una gran bienvenida al nuevo Congreso de esta majestuosa Ciudad de México.