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«ACTOS DE PODER»: ¿Quién quiere la violencia?

 

El lunes tres, el diputado del Partido del Trabajo violenta a dos personajes que van al evento en el que Enrique Peña Nieto dará un mensaje con motivo del sexto Informe de Gobierno. Las víctimas del petista son Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres, presidentes de las cámaras de Diputados y Senadores.

La violencia de Fernández Noroña es conocida. Unos la celebran y otros la condenan. El discurso enardecido de Noroña amalgama con la inconformidad de muchos. El sedicente político de izquierda tiene fuero y no quiere perderlo pues así quedará impune su violencia.

Ese mismo día, estudiantes del CCH Azcapotzalco marchan hacia la Rectoría de la UNAM. En la explanada son cobardemente atacados por los porros de la misma escuela. Son ellos los que tienen asolados a los alumnos con violencia, asaltos y extorsión. Un conflicto que inició el 27 de agosto llevó a los alumnos de la UNAM a marchar.

Los porros están impunes, no han sido detenidos. La violencia contra estudiantes es la nota de todos los medios de comunicación mientras que las autoridades universitarias, las del gobierno de la Ciudad de México y de la Procuraduría General de la República no tienen la más mínima idea de quiénes están tras el artero ataque.

Durante la campaña política que concluyó con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador hubo voces que anunciaban violencia en el país en caso de un triunfo del líder de Morena. Eso no sucedió por el avasallante triunfo de López Obrador.

Pero alguien quiere violentar al país a costa de lo que sea. El objetivo no pudo ser más sensible: la UNAM.

Las autoridades no han podido dar con quién pagó el autobús que llegó desde el norte de la ciudad llevando a golpeadores –y asesinos- de jóvenes universitarios. Tampoco tienen idea de quiénes pagan los uniformes que esos gandules portan para identificarse y emprender sus ataques. Ni en Rectoría, en el gobierno de la ciudad o la PGR tienen, al parecer, datos de eso que llaman “inteligencia” para detener a los causantes intelectuales de la violencia.

La normalidad de la vida universitaria incluye la presencia de grupos de porros. La normalidad política permite que Fernández Noroña sea diputado.

Aun cuando no hay vasos comunicantes entre la violencia que ejercen los porros de la UNAM y Noroña, los actos de ambos contribuyen al enrarecimiento del clima político social del país.

Porfirio Muñoz Ledo ya le puso un alto al legislador del PT, pero no tarda en emprender una nueva acción que violente la vida parlamentaria, es más, ya anunció que se opondrá a la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México si López Obrador no detiene la obra peñanietista.

Lo más grave es lo que está del lado de la UNAM. Sí las procuradurías no detienen antes del fin de semana a los porros asesinos, el conflicto va a crecer. Pero más importante, si no ponen tras las rejas a los titiriteros de esos porros.

¿Quiénes son los que quieren que, desde las sobras,  Peña Nieto termine el sexenio en medio de un conflicto lleno de sangre que continúe en el inicio del gobierno de  López Obrador?..

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