«POLÍTICA DE LO COTIDIANO»: Baños incluyentes - Mujer es Más -

«POLÍTICA DE LO COTIDIANO»: Baños incluyentes

 

Lo cotidiano del lugar “baño”, junto con las necesidades privadas que en él realizamos, hacen que, si bien lo tengamos presente gran parte del día, no necesariamente nos detengamos a pensar en lo que representa, o no sea tan común que lo hablemos públicamente. Podemos olvidarnos de comer en alguna situación de estrés, exceso de trabajo o apuro (y miren que es difícil olvidarlo, pero se puede), en cambio de ir al baño no podemos olvidarnos, nuestro cuerpo nos lo recuerda con urgencia, lo digo así para quizá no exagerar diciendo que los baños son más importantes que la comida.

Todas, todos, seguramente tenemos nuestras propias historias de baños. Hay algunas que todos compartimos porque necesitamos idealmente que esté limpio, que tenga agua, papel, ventilación, iluminación; ya un poco más “delicados”, que sea suficientemente amplio, que tenga un lugar adecuado para dejar todo lo que cargamos (especialmente las mujeres); pero va habiendo necesidades que tienen que ver con nuestras particularidades, y los baños, como muchos edificios e instalaciones, están pensados para “personas promedio”, por lo que queda fuera de esa visión una parte de la población.

Yo personalmente he “sufrido” los baños, hablando de lo no considerado, cuando mi hijo era no tan pequeño como para entrar al baño conmigo, y no tan grande como para cuidarlo afuera del baño de hombres; me angustiaba si se tardaba y le empezaba a llamar o a gritar. También he lidiado acompañando a mis familiares con sillas de ruedas o a personas mayores cuando no cabemos, a veces ni una, en una cabinita de baño.

Aún estas particularidades me siguen haciendo pertenecer a una parte mayoritaria y relativamente “privilegiada” de la población, porque el principal reto de la concepción de baños hoy en día es dejar fuera a dos diversidades: a las personas con discapacidad y a las personas trans. Considerar a las personas con discapacidad no se reduce a la silla de ruedas, es necesario mirar otras discapacidades, acompañantes de género distinto a la persona con necesidad de ser acompañada, espacios para hacer maniobras y desde luego accesibilidad. En el caso de las personas trans, las preocupaciones son la discriminación, la violencia, la seguridad, el miedo. Imaginemos por un momento que cada vez que tengamos que ir al baño a satisfacer una necesidad tan vital, tengamos que pensar en cualquiera de estos obstáculos que podemos enfrentar. Suena como un mundo excluyente, ¿no?, violento y anulador de lo diferente.

En el Laboratorio Nacional Diversidades (UNAM-CONACyT), al que pertenezco, estamos organizando el concurso “Baños incluyentes: un espacio para todas las diversidades”, con el objeto de que equipos interdisciplinarios formados por unamitas en su mayoría (ver bases en www.lndiversidades.unam.mx) propongan proyectos de baños incluyentes en los que se consideren el mayor número de diversidades.

En la construcción de este proyecto hemos aprendido mucho sobre los baños y sus complejidades, como lugares definidos por su función del cuidado íntimo, en los que las personas buscan sentirse, por sobre muchas otras cosas, seguras y confortables, y desafortunadamente muchos de éstos (cuando los hay) no cumplen con estas cualidades básicas porque terminan representando también lugares en que se reproduce el sexismo, clasismo, exclusión, pobreza y violencia del entorno al que pertenecen.

Este concurso no resolverá un problema tan complejo, pero pretende lanzar un reto a las y los estudiantes para pensar propuestas arquitectónicas-pedagógicas-psicosociales-políticas… para imaginar mundos donde realmente quepamos todas y todos.

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