La ola de violencia. Esta semana pobladores lincharon y quemaron vivos en la plaza pública a dos personas, que al final resultaron no ser los culpables, mientras escucho esta noticia en un transcurso de no más de un kilómetro me toca presenciar tres choques por negligencia de los conductores, al hacer caso omiso de las señales y las reglas básicas de urbanidad.
La ola de corrupción. Ya que Napoleón Gomez Urrutia toma protesta como senador y la maestra Elba Esther Gordillo está de vuelta, pareciera que pudiéramos esperar todo, los spots del aún Presidente de México, Enrique Peña Nieto, parecen prepararnos para una gran y sola disculpa en su último informe, la responsabilidad de que México no avanzará es de todos. Ninguna de las personas que chocaron acepta su responsabilidad y están dispuestas a esperar ahí obstruyendo el tránsito a que venga una autoridad divina a darles la razón.
La ola de irresponsabilidad. Literalmente toda la ciudad se inundó anoche, no es novedad que en el Valle de México llueva copiosamente casi todo el año, por eso, dice mi papá: los mexicas que eran muy sabios se establecieron aquí, al parecer un águila devorando una serpiente les dijo que tendrían agua todo el tiempo para sus cosechas pues el territorio se conformaba de ríos y canales que después inteligentemente entubamos para hacer avenidas, como si no conociéramos las consecuencias seguimos tirando basura como deporte nacional, somos incapaces de esperar a encontrar un bote de basura y arrojamos a la calle lo que sea que nos estorbe en las manos o en la vida. Las consecuencias son como de película futurista, el caos se desata y nos sentimos además víctimas merecedoras de un lugar del otro lado del muro porque aquí ya no se puede vivir.
La ola de indiferencia. Encuentran a un bebé recién nacido en la estación del metro Toreo, hace un mes una persona se quitó la vida arrojándose a las vías, cómo si el submundo que vive debajo de las calles fuera el lugar en dónde se debe decidir y dar fin a las vidas que no tienen sentido de ser.
Escucho las noticias y me dan ganas de revivir a Darwin para que me vuelva a explicar su teoría de Selección Natural, porque estoy segura que hay una parte que no estamos entendiendo, con nuestro honroso primer lugar en la cadena alimenticia pareciera que somos los encargados de demostrar hasta dónde puede llegar la maldad y la indiferencia humana. ¿Qué,no éramos los únicos seres capaces de crear y evolucionar? Pues no es así, lo único que hacemos es emular los fenómenos naturales para describir nuestra propia necesidad de destruir.
La ola de violencia, la lluvia de malas noticias, la avalancha de desigualdad, el huracán de desinformación.
La tierra está bien, siempre lo ha estado, nosotros sus inquilinos más dañinos pareciera que estamos buscando la auto extinción, lo cual nos daría el decoroso título de ser los primeros en lograrlo.