«DOLCE ÁLTER EGO»: Caravana de Tapas en Chamberí - Mujer es Más -

«DOLCE ÁLTER EGO»: Caravana de Tapas en Chamberí

Leyenda

Bares, qué lugares
tan gratos para conversar.
No hay como el calor del amor en un bar”.

Llegué a Madrid al mediodía de un sábado de julio. El sol brillaba en todo su esplendor cayendo sin piedad sobre sus calles y plazas abarrotadas de turistas que disfrutaban del chispeante verano español.

Por la tarde tuve mi primer encuentro con sus sabores auténticos a través de una experiencia de viaje Airbnb llamada “The original Madrid Tapas Crawl”, guiada por Raúl, un comidista local que se presenta en esa plataforma como “alguien con un enorme talento para distinguir entre la comida buena y la excelente”.

La caravana de Raúl hace parada en cinco bares con las mejores tapas del distrito de Chamberí, en el corazón de la ciudad.

Por casi cuatro horas, mis amigos y yo, junto con otros turistas de Estados Unidos y Australia disfrutamos por lo menos de 12 de las mejores y más tradicionales tapas, todas maridadas con un trago específico, las que por sí mismas son un platillo estrella de los sitios visitados.

En esta experiencia culinaria todo va “in crescendo” y por eso comienza en el sitio más fresa y con la tapa más fresca de todas: un pan untado con “Ensaladilla de verano”, la clásica de patatas con atún y cebollín. Cada bocado se nos deshacía en la boca porque las papas estaban suaves y untuosas –que no deshechas– y fue aún más gozoso disfrutarlas gracias al maridaje elegido por Raúl, una copa de vino tinto de La Rioja, de nombre Tarao (https://lacocinadecarmina.com/producto/botella-tarao-tinto-rioja-crianza), especiado y refrescante.

Antiguamente las tapas se acompañaban sólo con vino, pero hoy se emparejan con cualquier bebida y es por eso que, de segunda, Raúl nos llevó al bar mítico El Doble, una cervecería con fachada de talavera pintada a mano en la que nos sirvieron una caña doble de Mahou clásica con un “Montadito de jamón ibérico, piquillo y boquerón”, además de mejillones, anchoas, aceitunas variadas y ¡papas fritas! El ambiente, incomparable.

Mi tapa preferida apareció en la tercera parada. Dioses. El “pork belly” o Torrezno de El Claxon Bar Taberna horneado a baja temperatura por más de 8 horas (la propuesta slow food de Raúl) y su chorizo picante, emparejados con un trago a base de Vermouth, es indiscutiblemente la mejor pareja de toda la caravana. Estos trozos de panceta frita con costra crujiente y carne extra suave se quedarán en mí memoria culinaria para siempre. El alto grado alcohólico del vermut apenas si logra el cometido de diluir tanta grasa. Me importa un bledo mi colesterol, pues daría cualquier cosa por volver alguna vez al Claxon.

En la taberna número cuatro, llamada Alipio Ramos, tradicional y emblemática, probamos las más famosas de las tapas españolas: la “Tortilla española” y lonchas de jamón ibérico, acompañadas de una copa de “Sangría”. ¿Alguien puede pedir más? A esas alturas y con toda el azúcar de la bebida, el grupo reía a carcajadas y actuaba como si todos fuéramos amigos de toda la vida.

Alguien preguntó al anfitrión si la tortilla debía estar aguada al centro, a lo que él contestó con un rotundo NO, aclarando que la consistencia era una cuestión de gustos, estilos familiares y regionales. Eso sí, ¡nos compartió su receta! Y sentenció: “Condición indispensable para todas las tortillas españolas: cebolla y muuucho aceite de oliva”.

Para cerrar con broche de oro, Raúl nos condujo a la tapería gallega llamada Ni subo-ni bajo, aunque en honor a la verdad arribamos ahí muy subidos de tono.

De estilo minimalista y contemporáneo, en esta taberna nos sirvieron dos de sus especialidades: “Calamares a la romana” y “Pulpo frito”, emparejadas con un vino blanco de la casa, semidulce y frío. A manera de digestivo, también nos ofrecieron un vino blanco caliente.

Al despedirnos de Raúl, nos contó que vivió tres años en la CDMX y que, al enterarse de que atendería a un grupo de mexicanos, supo de inmediato quiénes serían los primeros y los únicos en terminarse todas las bebidas y tapas. Y así fue. No dejamos ni rastro. Sólo las ganas de volver a disfrutar de su amable anfitrionía y talento para distinguir lo mejor de lo mejor.

¡Qué manera de recibirme Madrid!

Para más detalles del “The original Madrid Tapas Crawl”, vayan aquí.

 

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