Por RAÚL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Cuenta la leyenda que cuando el presidente Salinas encarceló al líder petrolero La Quina, alguien le propuso que hiciera lo mismo también con Fidel Velázquez, el eterno líder de la CTM. “Ni que estuviera loco”, habría contestado Salinas. “Prefiero negociar todos los asuntos obreros con un sólo líder nacional, que hacerlo con miles de líderes locales”.
Lo de entambar al líder petrolero había sido una venganza personal, luego de que éste le había llevado las contras al candidato Salinas durante la reñida elección del 88. En todas las regiones petroleras ganó Cuauhtémoc Cárdenas y perdió Salinas. Pero lo otro -proceder contra don Fidel- hubiera sido darse un balazo en el pie pues el longevo líder mantenía un control férreo sobre los obreros y había sido leal al Sistema.
Algo similar parece estar ocurriendo hoy con Elba Esther Gordillo, lideresa real y eterna del magisterio. Si a Peña se le entrampó la reforma educativa fue en buena medida por haber descabezado al SNTE al encarcelarla a ella, y quedarse sin líderes que coadyuvaran a encauzar las resistencias tanto de ese sindicato, como de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
El gremio magisterial es muy aguerrido pero sobre todo, muy solidario entre sí. Existen vasos comunicantes entre el SNTE y la CNTE. De hecho existen testimonios de que aún en épocas de confrontación entre ambas organizaciones, hubo pactos de no agresión o entendimientos tácitos para defenderse en bloque o no dividirse ante embates externos.
Así que si a Peña se le incendió media República por su malograda reforma educativa -mal concebida y pésimamente instrumentada- cabe esperar que la reversa que AMLO meterá en ese tema también generará chispas y se necesitará de una mano dura pero conciliadora y experta, que aplaque el maremoto.
Para eso y no por otra cosa, es que sacan del bote a la maestra. Diríase que es preferible negociar con ella que ver cómo se sigue expandiendo la CNTE a todo el país.
Pareciera confirmarse así la restauración de las viejas formas del Sistema, ese entramado nacional revolucionario, que vivió su esplendor en las décadas de los Cincuentas y Sesentas, cuando el corporativismo constituyó un pilar fundamental del presidencialismo.
Habrá quienes critiquen el regreso al pasado pero en descargo habría que decir que las ‘nuevas’ formas que se experimentaron durante la alternancia (sexenios de Fox y Calderón) tampoco fueron buenas sustitutas. Tanto Fox como Calderón se apoyaron precisamente en Elba Esther para gobernar pero por inexpertos o débiles acabaron cogobernando con ella.
Hoy la lideresa pacta con el nuevo presidente pero en este caso se trata de una relación subordinada, a la antigüita, donde queda claro que López Obrador no es ni inexperto ni débil ni cándido, como los panistas, y que habrá de ejercer el poder a solas aunque eso sí, respaldado por la empoderada dirigente, quien nuevamente demuestra su gran destreza al vender caro el amor del poderoso grupo político que encabeza. Una vez más el gordillismo logra enamorar al presidente en turno.
Raúl Rodríguez Rodríguez. Escritor y analista político. @rodriguezrraul